CAPÍTULO 12

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Que gran título, el ser mamá

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Que gran título, el ser mamá

La biblioteca se encontraba inusualmente vacía, de no ser por unos cuantos Ravenclaws y por el grupo de cuatro Slytherins que estaban sentados en una de las mesas más alejadas a la entrada.

—Aquí encontré algo —Scorpius habló mientras volteaba a ver a sus compañeros — «La poción de Matalobos fue inventada por Damocles en la segunda mitad de la década de 1970. Alivia los síntomas de la licantropía; impide que los hombres lobo pierdan sus facultades mentales después de la transformación. El principal ingrediente es el acónito, de ahí el nombre de la poción.»

—Es la misma información que encontramos en los otros tres libros que leímos —protestó Draco.

—Si nos ayudaras, quizás sería más rápido —Daphne Greengrass ni siquiera se molestó a levantar la vista del pergamino en el cual escribía —. Lo único que hiciste desde que llegamos fue quejarte, y se supone que el trabajo es de los cuatro.

—¿Cuántos centímetros nos faltan? —le preguntó Albus.

—Como unos veinte más. El profesor Snape se tomó muy personal la reincorporación del profesor Lupin, ¡ni siquiera existe la información suficiente para poder completar cinco centímetros de pergamino!

—También me enojaría si le ofrecieran el puesto que yo quiero a una bestia asesina. Deberían obligar a Dumbledore a renunciar, claramente ya está senil.

—De verdad eres idiota, Malfoy —no pudo evitar decir Scorpius, ganándose una mirada cargada de odio por parte del rubio.

—Quizás podamos agregar en el pergamino un poco de la historia del acónito y porque se la conocía como "mata lobos". Ocuparíamos unos renglones, y después podríamos hablar sobre el peligro de realizar la poción debido a su concentración venenosa —Albus propuso rápidamente para evitar que se arme una discusión y que Madame Pince los eche de la biblioteca.

Últimamente, desde que Umbridge había dejado el colegio y Lupin había aceptado suplir el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Scorpius y Draco no habían dejado de tener encuentros y peleas.

—¡Eso es brillante, Ben! —exclamó Daphne, comenzando a escribir de nuevo en el pergamino.

—Y puedo hacer un dibujo del acónito al final, eso también nos ayudaría a llegar a la extensión que nos pidió el profesor.

—Espero que no me odies, porque estoy considerando agruparme contigo para cada trabajo.

—Solo si tu te encargas de redactarlos, mi caligrafía con pluma es horrorosa. En casa nos permitían escribir los ensayos con lápiz muggle y después remarcarlos con tinta.

—Era un doble trabajo, pero valía la pena —Scorpius se unió a la conversación —. Lo escribías dos veces, así que te terminabas aprendiendo casi la totalidad de la lección y después solo tenías que leerla una o dos veces más antes del examen.

Un regalo del destino [Actualizaciones lentas]Where stories live. Discover now