❆ Capítulo sesenta: 2° C ❆

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(2130 palabras)
  
   
   

──────⊱◈Louis◈⊰──────

   
   
   

La tarde era plomiza. En el cielo, una extensión infinita de nubes parecía esperar la llegada de la nieve y de la noche. Aunque el coche estaba cerrado, se oía el crujir de los neumáticos sobre la carretera cubierta de sal y el tamborileo del aguanieve sobre el parabrisas.

Isobel conducía, quejándose sin parar de la «peste a perro mojado»; pero a mí me olía a pino, a tierra, a lluvia y a almizcle, y, tras todo eso, captaba el olor punzante y contagioso de la ansiedad.

En el asiento del copiloto, Jack gimoteaba suavemente, a medio camino entre el animal y el humano. Zayn iba a mi lado en la parte de atrás, y me aferraba la mano con tanta fuerza que me dolían los dedos.

Harry estaba en el maletero. Cuando lo metimos en el todoterreno estaba totalmente dormido, era un peso muerto. Ahora respiraba con bocanadas hondas y desiguales, que yo me esforzaba por escuchar sobre el ronroneo del motor para mantener algún tipo de vínculo con él aunque no pudiera tocarlo.

En realidad, estaba tan sedado que hubiera podido sentarme a su lado y acariciarlo sin peligro, pero no habría hecho más que acrecentar su angustia.

Ahora era un animal. Estaba en su mundo, un mundo distinto del mío.

Isobel detuvo el coche frente a la clínica, un edificio cúbico de color gris. A aquella hora, el aparcamiento estaba vacío y oscuro. No parecía un lugar en el que ocurrieran milagros. Parecía exactamente lo que era: un sitio al que acudía gente pobre y enferma. Traté de no pensar en ello.

—Aquí tengo las llaves; se las he robado a mi madre —anunció Isobel sin un atisbo de inquietud en la voz—. Vamos. Y tú, Jack, ¿nos harás el favor de no morder a nadie hasta que lleguemos al interior de la clínica?

Jack soltó una palabrota. Volví la vista atrás: Harry se había levantado y se tambaleaba.

—Rápido, Isobel. Los efectos del somnífero se le están pasando.

Isobel puso el freno de mano y se preparó para salir.

—Si nos detiene la policía, diré que me han secuestrado.

—¡De prisa! —exclamé; abrí la puerta de mi lado, y Zayn y Jack contrajeron la expresión a la vez al notar el frío—. Vamos, ustedes dos tendrán que correr.

—Volveré para ayudarte con Harry —me dijo Isobel antes de bajarse del coche.

Volví a darme la vuelta para mirar a Harry, y él me sostuvo la mirada. Parecía desorientado y adormecido.

Durante unos instantes me quedé petrificado, recordando al Harry humano en mi cama, con la cara pegada a la mía y mirándome frente a frente.

Él soltó un quejido ansioso.

—Lo siento mucho —le dije.

Isobel ya estaba de vuelta, y salí del coche para ayudarla. Con gestos rápidos y diestros, se quitó el cinturón de la gabardina y lo anudó alrededor del hocico de Harry.

Me dio pena verlo así, pero era necesario. Isobel no era inmune a sus mordiscos, y era difícil adivinar de qué manera reaccionaría Harry.

Lo alzamos en vilo entre los dos y lo transportamos hasta la clínica. La puerta estaba entornada, e Isobel la abrió de una patada.

𝕊𝕙𝕚𝕧𝕖𝕣 - L.SWhere stories live. Discover now