Capítulo 1

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Kiara

Caminé por última vez por los pasillos de la secundaria, y boté los libros a la caneca de la basura que estaba cerca a la entrada del lugar. Me iría de Gardenia por fin, pensé que este día nunca llegaría, en primer lugar, fue una mala idea querer venir aquí solo para olvidarme de alguien que no era importante en mi vida, tenía trece años, ¿Alguien se enamora a esa edad?

Le dí tanto protagonismo al mejor amigo de mi hermano que solo hice que mi cerebro tuviera cierta fijación hacia él, la Kiara de trece años era tan insistente que ahora que lo pienso otra vez me da pena ajena la pobre pequeña.

Alejé los pensamientos de mi cabeza y llegué a mi casa sin decir una sola palabra, mi tía estaba haciendo el almuerzo, pero yo no tenía mucha hambre, solo quería terminar de empacar.

Tomé los libros que estaban en una encimera y los guardé en la maleta que tenía en mi cama, una vez empacados, cerré todo y lo dejé en a un lado de la habitación. No hacía falta quitar nada más, me había encargado en estos días.

Me observé en el espejo y me hice una cola de caballo al ver lo desordenado que estaba, me enjuagué la cara y mi teléfono no demoró en sonar cuando observé la hora en el reloj.

Te estoy esperando desde hace una maldita hora, mueve tu trasero enseguida al departamento.

Voy.

Dejé el teléfono en el baño y salí de la habitación bajando las escaleras y encontrándome con mi tía, el ser más despreciable que había conocido en mi vida.

—El almuerzo ya estará servido, y si te vas no comes.

—No me importa, quítate de la puerta—Traté de moverla, pero la maldita era más fuerte que yo.

—Ya te vas a andar de puta, ve, que es lo único que sabes hacer, con razón tu tío no te quería recibir aquí, gata trepadora.

—Cuando tus comentarios me afecten te hablaré, de resto no me importa nada, ahora quítate del camino o te quito a la fuerza, y no me retes porque sabes que soy capaz—La observé fijamente sin titubear en ningún segundo—, estoy harta de tus malos tratos.

Cuatro años tuve que soportar sus críticas hacia mi cuerpo, y hacia mi manera de vestir, pero ya estaba harta de ella y de todos.

—Lárgate ya, que no te quiero ver, mocosa. Una buena paliza fue lo que mi hermana debió darte antes de dejar que pisaras mi casa.

Abrí la puerta sin querer escucharla, y tomé un taxis dándole las coordenadas del apartamento donde me esperaba el maldito enfermo que me escucharía por fin. Me bajé dándole el billete sin recibir el cambio y me adentré al edición de la Élite sin decir una sola palabra, todos en este maldito lugar tenían secretos oscuros y más perversos que los míos, eso era seguro, porque o si no, no estuvieran aquí en este elevador conmigo.

Todo lo que llevo en este lugar me ha servido para darme cuenta de que, entre más dinero tienen las personas, más enfermas y retorcidas son, creí haberlo conocido todo, pero luego de poner un pie dentro de la elite me di cuenta de que nadie estaba libre de pecados, y las máscaras que llevaban consigo son solo una fachada para engañar a las personas.

El edificio era utilizado para encuentros clandestinos de hombres de la alta sociedad con chicas demasiado menores, mujeres mayores con chicos que podrían ser sus hijos, y varias cosas más, en las que también estaba yo.

Una vez llegué al último piso, caminé hacia la última puerta e inserté la llave que traía en el bolsillo del pantalón, abrí la puerta y la cerré con seguro como él me había enseñado.

En Las Manos De Zack ✔️ [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now