Venezuelan Girl Lost in Gringolandia (VGLG)- Nick Robinson

Juepuerca, Nos jodimos (2)

Gaby

Weno mis estados continuando con este ladilloso FlashBack, disfrútenlo por qué si no, hay tabla.

Estábamos en frente de la habitación de CarBi, preparado mental, emocional y físicamente para que lo que se nos ocurriera.

—Bien.... ¿Quien entrara primero?— pregunto Nick a mi lado, todos nos miramos y al final tuve que hacerlo yo.

—De tin, marin, de don, pingue— empecé a decir mientras nos señalaba a todos acordé con esa vaina— cucara, Macará, títere fue, yo no fui, fue tete.

—Y —empece a decir lentamente.

—el

—pendejo

—fue

—us-

—ted— termine de decir y terminó ganando Maisie.

—Ah no, no vengas ustedes, no me vengan jouder, yo no venía en el paquete de arriesgar mi vida— dijo dando las mil y un excusas.

Puff, cagada.

—Nosostros no te dijimos que te vinieras de arrocera, gafa, así que le calas, debes ir tu, así lo decidieron los dioses— dijo Nathaly en mood serio.

La mire raro, ella me miró raro, y después suspiro para susurrarme en el oido.

—Actúa muchacha gafa, debemos entrar en el personaje de mini espías— dijo, alce una ceja.

—Ve tu entonces— le dije.

—Coñoooooo, pero no seas tan zapa, sucia, por eso no te quieren coger— me dijo.

Nick carraspeó, ambas lo miramos y el me guiñó un ojo.

Nathaly puso cara de “coñioooo, esa no me la esperaba”

—Aja ve entonces— le alenté.

Nathaly avanzó a paso cagado y miró a Cris, para que dijera como coño debíamos abrir el cuarto de CarBi.

—solo abre la puerta— dijo como si nada.

Cuando Nathaly ya había abierto la puerta y empezó a caminar.

—Pero no en.....tres.....— dijo Cris bajitico, todos lo miramos mal.

Coño es que no pudo decirlo todo de una, este carajito de pana que es igual al papá.

Entonces antes de pudiéramos escoñetar a Cris, sonó un alarma de esas como la de los bomberos, que juepuerca, me dió cagué.

Y eso no fue lo peor, lo peor es que se abrió una vaina debajo de nuestro pies, y nos llevó hasta le infierno.

No al infierno como tal, pero así lo senti.

—¡CRIS, COÑO DE TU MADRE!— le gritamos todos, tanto venezolanos como gringos.

Y seguíamos cayendo.

Y cayendo.

Y cayendo.

Y cayendo.

Y cayendo.

Y.... Ah, miren, una máquina expendedora que vende refrescos.