SIEMPRE ES DE DÍA EN ALGÚN LUGAR DE LA TIERRA

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(kiribaku)

UA, segundo año

20 de abril


Son las 7:32 y el día empieza con una caricia.

O algo parecido.

Podría ser el peso de un rayo de sol o el sonido de una pluma, pero es un roce infinitamente leve que se pasea por su piel, su brazo, su hombro, hasta delinear su mandíbula y envolver su mejilla.

Bakugou parpadea, en el que probablemente haya sido el despertar más suave de su vida.

De menor a mayor, las sábanas tibias, la punta de un mechón demasiado largo y el matiz afable de unos ojos granates lo envuelven en el tacto sedoso de las mañanas con Kirishima.

Los labios de Ei se estiran, a cámara lenta, recreándose en cada una de las deliciosas etapas que preceden al florecimiento de una sonrisa. Pasan de curvatura apenas perceptible a forma de valle soleado, hasta que amanece tras ellos un zigzag que siempre lo estremece con la potencia de un AP-Shot y probablemente una decena de Howitzer Impacts.

El mundo vuelve a ponerse en marcha cuando Kirishima habla.

Cuando lo arropa en la luz enamorada de su mirada escarlata, y dice:

— Feliz cumpleaños, Kat.






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Son las 7:52 y, si las 8 no existieran, seguiría envuelto en caricias.

Pero de alguna manera escapan a su control y existen, así que Bakugou tiene que vestirse.

La tela del uniforme está fría, incómodamente helada, y le recuerda por antítesis la exquisita calidez de las manos callosas que se paseaban minutos antes por los mismos tramos ahora erizados de su piel. Las sábanas todavía conservan la huella y el calor evanescente de Kirishima, pero el uniforme...

No, el uniforme está frío, y un día más decide que ponerse una corbata es un esfuerzo que no merecen unas prendas que no le ha robado a Eijirou.

¿Qué sentido tiene cubrirse de algodón que no huela a abrazos escarlatas, de licra que no hayan acariciado las manos del pelirrojo mientras sostiene su cabeza para comprobar que el eyeliner rellena adecuadamente el hueco entre sus ojos y la máscara? ¿Por qué querría Bakugou algo alrededor de su cuello si no es el roce de unos labios que-

-le hablan desde la puerta.

— Katsuki — lo llama distraídamente Kirishima, que ha entrado sin avisar en su habitación como entró un día en su vida.

— ¿Hm?

— Tengo una pregunta para ti, y necesito que seas muy sincero.

El pelirrojo no nota el ligero sobresalto de Bakugou. Sólo avanza hacia él con la mirada todavía perdida en las arrugas de una camisa que no logra adecentar, y alza la vista justo a tiempo de vislumbrar un encendido sonrojo y unos labios atacándolo.

— ¿Q- qué pasa? — murmura tras el inesperado beso, aturdido e igualando progresivamente el rubor de su novio.

— ¿Huh? — se alarma Bakugou, que nunca pierde y no hace excepciones de las competiciones de sonrojos. Mierda, ¿ha entendido mal la situación? Rápidamente cambia su expresión turbada por una falsa serenidad de ganador orgulloso —. ¿Acaso no puedo besarte?

— Ah- sí — farfulla el otro —. Yo- venía a preguntar si se me notan mucho las raíces.

El rubio querría enterrar su propia cabeza en la pared sin usar el quirk de Lemillion. Afortunadamente tiene una dignidad que preservar, así que se traga el bochorno y pasea una mirada crítica por esos mechones rojos.

TONIGHT | (sero)baku(kiri) three-shotWhere stories live. Discover now