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Soobin volvió a estar muy ocupado con la compra de una nueva empresa y tuvo que pasar muchas noches fuera, porque las negociaciones tenían lugar en Liverpool

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Soobin volvió a estar muy ocupado con la compra de una nueva empresa y tuvo que pasar muchas noches fuera, porque las negociaciones tenían lugar en Liverpool.

Yeonjun aceptaba sus excusas sin hacer preguntas, lo que dejaba a Soobin tenso y lleno de frustración.

Yeonjun se quedaba en casa sentado, atormentándose con sospechas que bien sabía que eran injustas. Soobin, en cambio, no le comentaba ninguno de sus negocios porque había decidido que no tenía por qué justificar ante el todo lo que hacía. En pocas palabras, le estaba pidiendo que confiara en él. Pero Yeonjun no podía, lo que sólo servía para poner su matrimonio en la cuerda floja. Y la vida se hacía más insoportable a medida que iban pasando las semanas.

Entonces, una tarde, cuando Yeonjun estaba hojeando el periódico local, que le enviaban semanalmente por correo, vio algo que le aceleró el pulso.

Aquella misma noche, Han Ji-sung daba una charla sobre su obra en una facultad de Arte que había cerca de allí. La entrada era libre.

Soobin estaba fuera de la ciudad, pero, sí su madre podía cuidar de los niños, ¿qué daño podría hacerle a nadie si asistía a la charla?

En el fondo, sabía que sólo estaba cediendo a la necesidad de herir a Soobin donde más le dolía.

La culpa la tenía él, pensaba para justificarse mientras aparcaba su coche en un sitio vacío delante de la facultad. No debió haberse mostrado celoso de una persona como Han Ji-sung.

Sólo gracias a esos celos Yeonjun estaba allí.

Se sentó en la parte de atrás de la sala de conferencias. No esperaba que Ji-sung lo viera, y en caso de verlo, sería difícil que lo reconociera, al fin y al cabo, sólo se habían visto una vez.
Pero sí lo vio, y lo reconoció al instante. Se acercó al estrado, miró sonriendo a la audiencia, lo vio, se detuvo, volvió a mirarlo, y logró que Yeonjun se sonrojara al sonreirle tan abiertamente que todo el mundo se dio la vuelta para ver a quién concedía el orador su atención tan abiertamente.

El le devolvió una tímida sonrisa y se ocultó tras el cuello de su abrigo azul pálido con el deseo de desaparecer cuanto antes.

Pero, en cuanto Ji-sung comenzó a hablar, volvió a relajarse. El ingenioso e inteligente discurso de Han atrapó su atención. Estaba relajado y no dejaba de sonreír mientras contaba cómo se las arreglaba para captar las debilidades de sus víctimas. En muchas ocasiones, sorprendió a Yeonjun riendo con el resto de la audiencia. Al verlo, Ji-sung le guiñaba el ojo. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan halagado.

Al terminar, Ji-sung se acercó a el, agradeciendo alegremente las muchas felicitaciones que recibía de los asistentes.

—Yeonjun... —dijo estrechando su mano— ...me alegro mucho de que hayas venido.

 Un Marito Infedele • SoojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora