El dios de la paz ha desaparecido.
El dios de la guerra desapareció junto con él.
El estudiante universitario Shoto Todoroki ha encontrado a dos bellos jóvenes inconscientes en un callejón abandonado.
El caos en el reino de los dioses ha sido desata...
La Tierra de los dioses era un lugar indescriptiblemente hermoso.
La armonía que desbordaba quedaba fuera del imaginario de cualquier humano, ni siquiera las obras más bellas hechas por los artistas más talentosos podrían hacerle justicia a tan impresionante lugar.
Especialmente, en aquel día de júbilo para los dioses.
Los dioses mayores y menores habían hecho arreglos y decoraciones por todas partes, pues todos esperaban con ansias la celebración que sería llevada a cabo.
—Estamos todos reunidos en este glorioso día para celebrar la unión ancestral entre los dioses de la paz y la guerra —El dios del fuego habló con solemnidad. —Unión que marcará el inicio de una nueva era, tanto para nosotros, como para los mortales.
La corte de los dioses permaneció de pie, en silencio, y llena de expectativa, pues finalmente había llegado el día de tan ansiada y poderosa unión.
Pero el tiempo transcurrió y ninguno de los dos invitados de honor se presentaba aún, lo que levantó una ola de mormullos y preguntas entre los presentes.
Un estrépito se escuchó, del cielo brotaron relámpagos dorados, y uno de los dioses más notables apareció con un gesto de pánico.
—¡Los dioses...¡ ¡ellos... han desaparecido!
La corte de los dioses se sumergió en el caos.
Los jóvenes dioses Izuku y Katsuki habían desaparecido sin dejar rastro.
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—Kacchan... no estoy seguro de esto...
—¿Entonces qué propones? ¿quieres regresar y ser forzado a casarte conmigo?
—¡Eww, no!
—¡¿Qué dices?! ¡¿cómo que eww?!
—¡Es que... tú y yo, no! ¡sería como casarme con mi hermano! —Izuku apretó los ojos y negó repetidamente con la cabeza.
—Exacto, me da asco sólo pensarlo, así que es ahora o nunca, antes de que nos encuentren, ¡tenemos que cruzar la barrera, ya!
Ambos se armaron de valor, se tomaron fuerte de la mano y juntos saltaron hacia la barrera que dividía la realidad de los dioses del mundo humano.
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