Capítulo 3.

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Después de esa tarde de celos y café, Manuel no iba a dejarla ir tan fácil, cada vez la conocía un poquito más y las ganas de conocerla en su totalidad aumentaban, para Mayte todo era tan extraño y complejo, sus inseguridades le recordaban que todo aquello era muy bueno para ser real, aún así con miedos decidieron pasar el resto de la tarde juntos, en un parque bastante alejado de todo, como si solo fueran ellos dos y el mundo hubiera parado su curso, se encontraban sentados en el césped, Manuel recostado en las piernas de aquella mujer que le robaba todo, ella solo se limitaba a dejar pequeñas caricias en su pecho y cabello, estaban saliendo de su zona de confort al sentirse volando en el cielo sin paracaídas, sabían que el golpe iba a doler si caían, pero al enamorarse vale la pena correr riesgos.

-Cuando te veo sonreír así, tan tú -expresó mientras la veía a los ojos- siento un poco de miedo, miedo que seas la indicada, la mujer de mi sueños y realidades, me asusta que pueda darte una vida llena de razones para ser feliz y me asusta aún más que empiezas a encajar en mis pensamientos y en mis defectos, que son muchos -se rió de la forma más sincera posible- un miedo irrazonable de que puedas hacer magia con este desastre que soy y que tú no sientas ni lo mínimo de todo lo que provocas en mí Mayte.

-Manuel -acarició tiernamente su mejilla- no sabía que podías ser tan sincero y directo, para ser verdad, yo también tengo miedo, muchísimo, nadie me había hecho sentir tanto en tan poco, a veces creo que es un sueño, del que voy a despertar y no estarás alborotando todas esas mariposas que existen desde la primera vez que vi tus ojos -sonrío de esa forma que uno sabe que no es alegría, con sabor a melancolía, mientras trazaba pequeños recorridos con sus dedos en su entrecejo.

-Es una realidad Mayte, estamos aquí los dos, hablando de nuestros miedos y la esperanza de que esto florezca de la mejor manera, me encantas Mayte -tomó su mano y le dejo un pequeño beso.

-¿Sabes una cosa? Me siento tan insegura de poder llegar a gustarle a alguien, he visto a tus compañeras y creo que es el tipo de mujer que todos los hombres como tú desearían a su lado.

-¿De que hablas? -preguntó seriamente

-Si, sí me doy cuenta de que eres un hombre guapo, codiciado podría decirlo y yo no creo encajar contigo, no soy ni lo mínimo de todas las mujeres que te rodean, soy chaparra, sin color, con un cuerpo no tan bonito, no se, son mis inseguridades físicas. -le abrió su corazón, no sabía si aquellas confesiones iban a asustarlo, pero al final era lo que ella es.

-Mi cielo -se sentó a lado de ella y la tomó de la mejilla para verla a los ojos- eres perfecta, tu carita me fascina, tienes el cuerpo perfecto, pero no me encantas solo por tu físico, me encantas por la ternura de tu corazón, la rareza que según dices ser, tu alma libre, tu forma de pensar, de reír, de sonrojarte, tus ganas de soñar, de comerte el mundo, eres completamente hermosa Mayte, me vuelves loco. -No sabía si aquello que iba a hacer la iba a alejar, pero justo ese momento tenía que cerrarlo como se debe, con un beso, para demostrarle que aquello no era ningún sueño, la tomó suavemente de las mejillas y sin pensarlo más se fue acercando rápidamente a sus labios, la beso sin prisas, sin dobles intenciones, quería hacerle entender que se pertenecían y ella le confirmó que era mutuo al sonreír en medio de aquel acercamiento.

-Mi cielo -lo acercó después de aquel beso que marcaba el inicio de algo que aún no tenía nombre- mi cielo, aún no me la creo, me dices cosas tan lindas que ahorita mis mariposas están como locas -se rió y ahora fue ella quien le dio un pequeño beso en los labios.

-Tengo ganas de abrazar tus miedos y besar tus labios hasta hacerte sentir segura con esto, contigo me dan ganas de todo, mi cielo. -la abrazo y le dio un pequeño beso en su frente.

-Gracias por esto, por hacer todo para poder tener esta platica, te confieso que tengo miedo, pero este momento en donde estamos tú y yo, hablando de estos temas me hacen sentir que valgo la pena para ti -le correspondió al abrazo aspirando su aroma.

-Vales la vida entera, nunca lo dudes, ok? Ahora que probé tus labios no me voy a rendir tan fácil hasta que podamos tener algo juntos, oíste preciosa? -dijo mientras le llenaba la cara de besos haciéndola sonreír- Me encantas.

-Tú también me encantas -dijo mientras se sonrojaba, aún con su vergüenza decidió darle un beso, que solo era un roce de sus labios en medio de una sonrisa.

-Quiero tenerte así, abrazada todo lo que me resta de la noche -la apretó tiernamente contra su pecho - no dejó de pensar en lo irónico que suena el hecho de que tú, siendo así, tan bonita, es como si fueras mujer de otro planeta, te sientas acomplejada por no tener un cuerpo perfecto, que extraño que no te sientas la mujer más hermosa del mundo, eres la mujer más hermosa, eres obra de arte, que te quede claro que me encantas, que es irreal lo mucho que me haces sentir, desde lo físico hasta lo sentimental -hizo que lo viera a los ojos, selló el momento con un beso lento, la beso hasta que el aire faltó.

-Gracias por esto, me haces bien, prometo luchar con todas mis inseguridades y miedos por esto -lo abrazo fuertemente, encontró su lugar seguro en esos brazos que empezaban a sujetarle la vida, los miedos y el alma.

Después de largas horas abriendo su corazón, expresando sus miedos, inseguridades, deseos y sueños, decidieron marcharse de aquel parque que había sido testigo de la declaración más sincera, con la promesa de aquellos dos corazones de luchar contra lo que fuera por vivir en plenitud lo que iba naciendo.

Manuel manejó hasta que llegaron a casa de Mayte, en todo el trayecto hizo que sus manos se entrelazaran, ella no cabía de felicidad de sentirse valorada.

-Mayte, espero que pueda verte pronto, me encanto estar contigo hoy, gracias por tu compañía -sonrío mientras la veía.

-Gracias por traerme, por la cita, por todo. Te veo pronto mi cielo. -le guiño un ojo, sin que él se lo esperará le dio un beso y se desabrochó el cinturón para bajar del automóvil.

-No, no, espera -se bajo de inmediato para ayudarle a bajar.

-No era necesario, que atento -le acarició la mejilla - adiós- caminó hasta la puerta.

-Preciosa -camino rápido a alcanzarla, la sujetó de la cintura y de nuevo le robó un beso, mientras él jugueteaba con su boca, ella solo lo abrazó del cuello, el momento era magia, solo eran ellos dos en su realidad, hasta que se separaron -bonita noche mi cielo.

-Bonita noche mi cielo -repitió mientras le dejaba un beso de pico.

Mayte entró a su casa con una sonrisa que no podía ocultar, el día había sido más de lo que algún día podía imaginar, mientras ella hacía toda su rutina para dormir, él iba manejando con una felicidad que nunca había sentido algo similar, creando ideas para hacerle sentir que todo era real, planeando nuevas formas de quererle y demostrarle.

*Espero que les guste un poquito toda esta pequeña y cursi historia*.

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