CAPITULO 14

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- Ya no se si seguir luchando o simplemente dejarla ir- dijo.

- Mira, me caes muy mal y sinceramente no te soporto pero no me gusta ver a la gente sufrir así aunque sea mi peor enemigo entonces el consejo que yo te puedo dar es que si la amas la dejes ser feliz- dijo Mariana.

Michel decidió que lo pensaría con mas calma porque el sabía que la felicidad de Lucero ya no era con el pero la amaba demasiado como para dejarla ir.

- Adiós- dijo y se fue.

Mariana se quedó confundida por su despedida tan repentina pero en eso llegó Lucero.

- Ya volví, ¿Y Michel?- preguntó al no verlo.

- Se fue- dijo Mariana tranquilamente mientras le daba un sorbo a su café.

Lucero suspiró y se sentó a un lado de Mariana.

- ¡Ya no se que hacer!- exclamó frustrada.

- Pues si ya no puedes con el secretito, confiésate- dijo tranquilamente.

- Pero ¿A quien?- preguntó con miedo.

- Ay no se, tal vez díselo al padre de la iglesia- dijo sarcásticamente- ¡Por dios Lucero! ¡Pues claramente a tu familia!-.

- No no no, tu no conoces a mi madre, me mataría, casi me deja de hablar cuando acepté hacer el concierto con Manuel, imagínate si le digo que volví con el- dijo.

- ¿Y si le dices a Toño que te eche la mano?-.

- Podría ser pero aun así, confesarlo todo sería muy difícil, la prensa se volvería loca y los fans-.

Mariana la interrumpió.

- ¿Y quien dijo que se lo dirías a todo el mundo? Solo dile a las personas mas cercanas a ti, en este momento sería muy extremista decirle al publico ya que primero tienes que dar a conocer tu rompimiento con Michel y después de tal vez un año o mas decir lo de Manuel-.

- ¿Un año o mas?- preguntó Lucero- No se si podamos si quiera aguantar un mes mas, no podemos salir juntos ni besarnos en publico, será todo un show y Manuel es muy desesperado-.

- Lucero, no creo que quieras cometer el error de hace nueve años- dijo Mariana.

- Tienes razón, por desesperada e indiscreta quedé como una infiel y es un peso con el que hasta la fecha cargo- confesó.

- Entonces no seas bruta y vete por lo fácil, tu familia, ellos te comprenderán y mas tu mamá- le dijo.

Después de un rato mas de platica Mariana se fue y Lucero decidió ir a hablar del tema con Manuel.

Manuel estaba jugando con los chicos futbol.

- Nenes tienen que hacer tarea- dijo Lucero y los dos negaron.

- Háganle caso a su madre y vayan- intervino Manuel.

Jos se fue pero Lucerito se quedó.

- ¿Y tu ma'? ¿Tu no vienes?- le preguntó.

- Voy en momento nena es que tengo que hablar con tu papi- respondió Lu.

- ¿Hablar?- la miró.

- Si, hablar-.

- Okey...- dijo y se fue.

Manuel se acercó a besar a Lucero y ella aceptó gustosa. Después empezó a pasar su nariz por su cuello. Lucero sentía su respiración subiendo y bajando.

- Manuel, tenemos que hablar de algo muy importante- dijo con la voz entrecortada.

- Luego- respondió el caminando a la habitación.

- No no no- dijo soltándose de su agarre- lo que te vengo a decir es extremadamente importante-.

- Esta bien esta bien- dijo y se sentó en el sofá- vamos habla-.

Lucero se sentó a su lado y el pasó su brazo por su espalda, cosa que la puso bastante nerviosa.

- Manuel ya no se si pueda seguir así, la carga es demasiada, me muero por gritarle al mundo que te- se interrumpió a si misma al ver que el no le estaba prestando ni la mas mínima atención- ¿Me estas escuchando?-.

- Si si si y yo me muero por hacerte el amor- le respondió.

- Manuel, por dios, agarra seriedad ¿Quieres?- el asintió- Bueno, como te decía, ya no quiero seguir ocultando nuestro amor y menos a nuestra familia, se que comunicárselo a la prensa serìa una verdadera torpeza pero he estado pensándolo y creo que lo mejor por ahora sería confesarlo a la gente mas cercana a nosotros- dijo.

Manuel suspiró.

- Reina, quiero que sepas que te apoyaré en todo momento y en lo que decidamos al final- dijo y Lucero sonrió- menos en decirle a tu madre- el semblante que antes tenía cambió.

- Manuel- se quejó.

- Perdóname linda, yo se que es tu madre y que la adoras pero ella no me soporta y no me sorprendería que me echara de su casa-.

- ¡No me digas que le tienes miedo!- exclamó.

- ¡Pues claro que le tengo miedo! ¡Creo que todo México le tiene miedo!- exclamó el.

- ¿Y eso como lo sabes eh?- le preguntó.

- Nena, sin ofender y con todo el respeto que te tengo a ti y a tu madre pero la señora tiene un carácter de la fregada- confesó y Lucero lo miró ofendida- sinceramente muchas veces me he cuestionado a quien saliste tan linda, pacífica y amable-.

- Yo se que mi mamá no es un terrón de azúcar pero soy su hija, estoy segura de que me quiere ver feliz y ella sabe que esa felicidad es contigo-.

- Esta bien reina, pero te voy avisando que llevaré mi rosario y me persignaré antes de hablar con ella- dijo.

Lucero rio ante sus ocurrencias y lo abrazó cariñosamente.

- ¡Ay ya exagerado! Ni que fueras a pedir mi mano- exclamó riendo.

- Pues ya lo hice una vez y fue una de las experiencias mas incomodas de mi vida- confesó- las ganas de matarme de tu madre y la seriedad de tu padre me estaban matando-.

Lucero solo se reía de el.

- ¿No que muy soldado del amor?- se burló.

Prepararon una gran cena para oficializar su relación con su familia y gente mas cercana a ellos. 

Después de cenar de lo mas tranquilos y ya casi era la hora de irse entonces llegó el momento de la gran confesión. Las únicas dos que lo sabían eran Mariana y Lucerito entonces ya se imaginaban que era este dichoso anuncio.

- Bueno familia y amigos, les tenemos un pequeño anuncio- dijo Manuel parándose de su asiento.

Lucero también se levantó y se posicionó a un lado de el.

- ¿Y tu por que te paras?- le susurró su madre.

- Porque yo estoy incluida en el "tenemos"- respondió Lu.

Su madre la miró muy confundida.

- Como todos ustedes saben, Manuel y yo tomamos la decisión de separarnos hace ya diez años- dijo.

- ¡Ya díganlo pues!- exclamó Roberto- ¡No se hagan tanto del rogar!-.

Todos los miraban impacientes.

- Lucero y yo decidimos darnos otra oportunidad- dijo Manuel.

Todos estaban boquiabiertos. No lo podían creer.

- ¿Que?- Jos fue el primero en reaccionar.

- Ay no te creo- doña Lucero fue la segunda.

- No mames- y Roberto el tercero.

Los demás simplemente no hablaban, solo los miraban completamente sorprendidos.

Solo nos faltaba esoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora