Capítulo XXIV.

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Así paso una semana, donde sin falta el trío de anormales iban a pasar la noche en el hospital, donde dormían o tenían episodios de insomnio fuertes, hablando dervez en cuando con sus otros amigos cuando ellos de igual manera tenían insomnio, tanto por la preocupación como por la ansiedad del saber que carajo va a pasar.

Touya cumplió con su palabra y mudo sus cosas para su estudio de tatuajes a la cochera junto a sus otras pertenencias a la casa, re-abriendolo de día para atender a sus clientes (quienes por suerte no tuvieron objeciones con que se allá mudado) mientras iba al hospital a pasar la noche con los rubios anormales para hacerles la santa compañía, aligerando un poco la carga de Katsuki, quien siempre les regalaba pequeñas sonrisas como agradecimiento.

Keigo de igual manera había empezado a llevar dos cajas al día repletas de cosas a una habitación aparte, que fue nombrada como “El santuario Takami.” donde nadie tenía permitido ingresar, en especial Touya.

Iba y venía de su agencia, donde aclaro con sus trabajadores que habia surgido un inconveniente familiar, por eso había tenido tanta prisa, obviamente no se lo dijo a la prensa, pues claramente ellos explotarían aquella noticia como una mina de oro se tratase, ya que en el top de héroes el era uno de los que poca información se tenía. Aparte de su edad y nombre de héroe sus fanáticos no sabían nada más.

Katsuki en cambio se mantenía apegado a sus “guardianes” en todo momento, pues se notaba signos de delirios de persecución que tenía el adolescente, preocupando a ambos jóvenes adultos de sobremanera.

No era normal que un adolescente de 14 años tuviera ese tipo de delirios. Tal vez la ansiedad de no saber cuándo su hermano mayor despertaría o el estrés de tener que aparentar estar bien en su colegio apesar de no ser así estuviera siendo demasiada carga para el niño, quien con el pasar de los días se notaba unas enormes bolsas debajo de sus ojos, rivalizando con la del inconciente Midoriya.

Takami suspiró, está vez le tocaba a el hacer “guardia” en la madrugada, pues está vez el estaba sufriendo del asqueroso insomnio.

El Todoroki peli-blanco tenía su cabeza apoyada en su regazo, mientras que el rubio menor estaba acostado alado del pecoso peli-verde, a quien se le había retirado el respirador artificial junto a otros sueros.

Observo a el joven Bakugou, quien dormía abrazando el cuerpo inconciente de su hermano mayor con un casi imperceptible rastro de lágrimas secas sobre su rostro. Su ceño fruncido había desaparecido, dejando ver aquel rostro que reflejaba serenidad apesar de estar ahogándose por dentro.

Sonrío con tristeza, acariciando el suave cabello del de cicatrices, quien daba suaves ronquidos por  el agotamiento, viajando por recuerdos pasados como si fueran la primera vez que los estuviera viviendo.

—¡Oto-san! —Chillo mientras aleteaba con sus hermosas alitas carmesí, volando velozmente en dirección de su progenitor.

—¡Mí pequeño colibrí! —Sonrio con cariño a su pequeño hijo rubio, quien revoloteaba alegremente de un lado a otro, tal y como lo aria un verdadero colibrí.

—¡Mira, mira! —Levanto un dibujo, donde estaban su amado padre y el, volando en el cielo.— ¡Algún día quiero volar tan alto como tu! ¡Quiero volar contigo al sol Oto-san!

El adulto le sonrío con amor a su pequeño niño, quien en sus orbes cobrizos reflejaban aquella hermosa  y tierna inocencia que casi ningún niño tenía.

Takami Keigo era sin dudas un niño de bajos recursos, quien apesar de todo vivía felizmente con su padre Takami en los barrios bajos, donde la delincuencia y el asesinato eran cosas de todos los días, el siempre estaba con una sonrisa en sus labios.

Las Caras De Kacchan. (BNHA UA.) Where stories live. Discover now