𝓓𝓸𝓼

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Luego de una hora de vuelo Kaeya llego a Mondstadt. No vio Dain ni en el aeropuerto, ni en el avión por lo que supuso que tomo un vuelo diferente.

Subió a un taxi que lo llevo hasta la ciudad. Una ciudad imponente y moderna ubicada en la laderas de una enorme colina. En la parte más alta de esta habia una hermosa y antigua catedral la cual según las leyendas fue el único edificio que quedo en pie después de la guerra. Era una infraestructura hermosa pero sin mucho significado para Kaeya o cualquier ciudadano de Khaenri'ah. Por que aunque paso una pequeña parte de su infancia en Mondstadt, le resultaba completamente ajena.

Termino en una hermosa casa que estaba en los límites de ciudad. Era pequeña pero suficiente para Kaeya. Sus planes no eran pasar mucho tiempo en Mondstadt igualmente, haría su trabajo rápido y desaparecería.

Apenas cerró la puerta su celular comenzó a sonar. Tomo la llamada. —Hola—.

—Al fin llegaste—, solto Dainsleif del otro lado de la línea. —En el cajón junto a la cama te deje toda la información sobre tu nuevo empleo. Familiarizarte con este lo antes posible por que empiezas mañana—.

Dicho esto colgó. Kaeya observo a su alrededor buscando alguna cámara o algo similar pero a primera vista no había nada.

Tomo los documentos que su compañero le indico. Una mueca de confusión se dibujo en su rostro al leer cual sería su nuevo empleo, profesor de Arte.

Si bien Kaeya es un buen dibujante, y cuando estaba joven asistía al club de Arte donde hizo algunos cuadros, hace tantos años que no pintaba nada. Había pasado tanto tiempo de eso que no recordaba muy bien ni como tomar un pincel, ¿Que se suponía que iba hacer? Si ni siquiera sabía sobre la historia del arte.

Mierda, no tenía más que ir a la biblioteca y estudiar un poco. No podía llegar a dar clases sin tener una idea mínima. Esta era un misión importante y aunque planeaba finiquitarla lo antes posible no estaba seguro de por cuanto tiempo tendría que fingir, así que lo mejor era cuidar su coartada y prepararse. Esta situación caótica tenía que mantenerla bajo control.

Ya en la biblioteca, entre pasillos llenos de libros sobre el arte Kaeya se dispuso a buscar lo que necesitaba. Tomo uno, dos, tres, cuatro libros que le parecieron interesantes tanto como útiles para sus clases.

Se detuvo cuando vio un libro que le llamó la atención, se titulaba el arte y la historia de Mondstadt. Lo tomo y justo al otro lado del librero, en el otro pasillo vio una silueta que lo dejó estático.

Trago grueso. Su cuerpo se tenso de manera automática. Esto no era algo común en Kaeya, ya que por su trabajo un segundo de duda era una muerte segura. Pero el chico rubio al otro lado del pasillo, con el cabello largo por los hombros. Una pequeña liga sujetaba un par de mechones en la parte era igual al de su sueño. Cerró sus ojos con fuerza, estoy soñando de nuevo.

¿Tan mal estaba para que su sueños ahora lo persiguieran incluso cuando no dormía? Cuando volvió a abrirlos el chico seguía ahí y como si supiera que le estaban mirando se giro. Haciendo que sus miradas se encontrarán.

Kaeya parpadeó, aún mirando al chico de cabellos rubios. La sensación que recorrió su cuerpo era indescriptible. Los ojos azules del contrario le observaba con firmeza y sintió el impulso de retorcer.

¿Quien rayos era ese chico?

—¿Nos hemos visto antes?—, cuestino el rubio sin más. —Tú cara me es familiar—.

 Dusk Till Dawn ❀ Kaeya × Albedo ❀Where stories live. Discover now