Capítulo 9

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Jimin se aferraba a los hombros anchos de Jeon, lo sostenía fuerte contra su cuerpo para no dejarlo escapar otra vez, o así lo creía. Cada suspiro iba acompañado de los sentimientos puros de un amante hacia su amor, cada caricia y todos los jadeos que estaban compartiendo en ese pasillo oscuro y vacío, donde la penumbra era el único testigo, representaba la anticipación de lo mágico.

Jungkook lo besó hasta devorarle el corazón, hasta que su esencia llenó el cuerpo de Jimin en una lucha donde no encontró contrincante que se opusiera, porque el hombre al que besaba abrió cada parte de su alma sin importarle las consecuencias. Jungkook podía sentir en las caricias de Jimin la pasión de un amor, de una obsesión, él no lo sabía, lo único cierto en él era que quería a este hombre sobre su cuerpo.

Jungkook necesitaba entrar en esas aguas donde miles de barcos navegaban noche tras noche, no importaba ahora, a Jungkook no le importaba ser uno de los tantos, él estaba sediento de Park, quería tanto besar cada pedazo de su piel, cada ángulo escondido, quería hacerlo suyo hasta hacer volar su cabeza, hasta poder gritar a los cuatro vientos que Park Jimin volvía a ser suyo después de años. Jungkook quería que Jimin gritara cuanto había disfrutado que le hiciera el amor, que lo complació como jamás nadie en su vida logró.

Los dos ardían en el infierno más caliente, y los dos sabían también que tras cada caricia, roce y gemido solo quedarían las cenizas de un amor pasado; no importaba porque esta noche de invierno el corazón llevaba el control de sus cuerpos.

—Abre la puerta—Jungkook jadeó, contra su voluntad se separó del hombre para ordenarle que dejara entrar a sus cuerpos deseosos en su departamento.

Jimin no respondió, en el silencio más tenso abrió el departamento, y antes que las preguntas, las dudas, y los pensamientos que afligían a cada uno hicieran de las suyas, Jimin se lanzó a los brazos de Jungkook que ni por un segundo dudó en besarlo nuevamente.

El departamento estaba a oscuras, de no ser por las luces de la ciudad que entraban por la ventana panorámica ellos no podrían ver sus gestos, sus rostros pidiendo más del otro, o sus miradas encontrándose tras cada beso.
Jimin dejó caer las llaves al suelo, y sin dejar la boca de Jungkook comenzó su recorrido por todo el torso musculoso del hombre, acarició sus pectorales con dedos temblorosos, sus pezones los rozó con suavidad para luego presionarlos con tanta delicadeza que Jungkook sintió sus piernas ceder. De la boca del pelinegro nació un gemido alto, tantos años con su esposa, siéndole fiel siempre, y jamás había sentido lo que sentía con Jimin, ella nunca llegó a tocarlo como Jimin hacía, eso no sería de hombre, por eso él tampoco lo pedía.

Jimin, nublado por el alcohol, repitió su acción con más fuerza haciendo que su amante jadeara excitado. El hombre más alto no paraba de besar al rubio, mordía sus labios con mucha presión y los saboreaba como un dulce caro, los mordía, tiraba de ellos, y con su lengua sentía la textura suave que Jimin seguía teniendo; su lengua entró en la boca de Jimin que gustoso la recibió, entre ellos dio inicio un juego de lenguas, Jungkook empujaba la de Jimin y él hacía lo mismo con la de Jungkook, pero como siempre, uno de ellos quería tener el juego entre sus manos, y ese fue el pelinegro. Jeon tomó a Jimin por la nuca y lo atrajo lo más que pudo a su boca, era imposible que hubiera más profundidad en el rubio, pero eso daba igual porque era contacto lo que los dos anhelaban; él lo folló con su lengua una, dos y tantas veces, metía su lengua profundamente y la sacaba solo para ver en los orbes de Jimin el deseo radiante, para oírlo quejarse del placer y para poder ver el desastre que creaba en ese apuesto hombre.

Jimin se dejó hacer, quería que Jungkook lo destruyera como prefiriera, lo deseaba dentro de él no solo en cuerpo, si no en alma también. Las manos de Jungkook dejaron su nuca para poder recorrer su espalda con vehemencia, la recorrió con sus dedos de arriba a abajo una y otra vez hasta que ese punto fue un total martirio para el rubio, se sentía doloroso ahí, fue como si pasaran fuego puro sobre su piel. Jungkook bajó hasta la curva perfecta de su culo que tanteó primero con manos temblorosas y apretó a su antojo cuando se familiarizó con eso que un tiempo fue tan suyo.

Dramático | KookminWhere stories live. Discover now