Capitulo 19

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Ella notó que la miré y sus labios se tensaron en una sonrisa, pero la conocía tanto que sabía que detrás de aquella mueca de labios había algo más. Me quedé quieta, como si hubiera visto un fantasma. Y luego Sharon caminó entre el tumulto de gente hasta perderse.
Joe se percató de la tensión de mi cuerpo y detuvo el vals.
-¿Ocurre algo?-me preguntó.
-No-musité-. Ya vengo-me deshice de sus brazos y corrí a buscar a mi amiga.
Qué tonta había sido, ¿cómo se me ocurre a mí estar con su novio enfrente de ella? Estaba abusando de mi suerte. Me abrí paso entre la gente, desesperada por encontrarla, hasta que la divisé afuera, mirando hacía el cielo. Maldición, la había lastimado, y ahora mi corazón latía angustiado.
Salí al exterior con paso vacilante e instantáneamente el aire gélido me rozó la piel descubierta. Me acerqué a ella.
-Shar, yo...-¿qué clase de disculpa le debía?, sabía que le tenía que dar alguna pero, ¿cómo?
Se giró al sonido de mi voz y me miró con ojos extraños. No era una mirada de rencor, enojo ó algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.
-¿Crees que sea buena idea irme?-soltó y mis ojos se abrieron como platos.
Oh, no. Volvería a huir de nuevo y todo por culpa mía.
-¡¿Irte?! Sharon, ¿por qué? Escucha, ¡no es lo que tú piensas!-mascullé, atropellando las palabras.
-¿De qué hablas?-rió, pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.
-Sé que se veía mal pero, juro que no hay nada entre Joe y yo-supliqué.
-¿Qué?-volvió a reír- ______, ¿dé que hablas?
-Nos viste bailando y...-murmuré, ahora confundida.
-Fue sólo un baile, ______-dijo-. Eso no tiene nada de malo.
-Ah... entonces, ¿de qué hablas tú?-pregunté, sintiéndome de veras tonta.
-El señor Vittore quiere que lo acompañe a la inauguración de un nuevo hospital en Verona. Soy la mejor enfermera que él tiene-explicó.
-Oh-exclamé al entender-. Pero, ¿te irás?-inquirí, ahora captando su anterior comentario.
-Sólo sería por dos días, pero no sé aún-se encogió de hombros.
-¿Por qué no? digo, es una buena idea. ¿Te pagarán?
-Sí, sería como si trabajara.
-Entonces es genial-dije-. ¿Cuándo te irías?
-Mañana en la noche.
-¿Qué? ¿Tan pronto?
Se encogió de hombros una vez más.
-Es por eso que no he decidido aún. Además, me cuesta dejarlos; a ti, a Joe, a Kevin.
Sonreí en mi mente cuando consideró a Kevin.
-Sólo serán dos días, Shar. Pero, ¿tú quieres ir?
-Me gustaría-asintió.
-Entonces ve.
-Tengo que comentarlo también con...
La puerta se abrió y de ella salió aquel joven danzante que me tenía en sus brazos hace unos instantes.
-...Joe-terminó Sharon.
-Sharon, aquí estás-dijo, y luego me miró; como si a la que buscase hubiese sido a mí ya que sus palabras habían sonado huecas.
-Qué bueno que apareces, Joe-dijo ella-. Tengo algo que decirte.
-¿Sobre qué?-inquirió el interpelado.
-Haré un viaje de dos días a Verona con el señor Vittore por la inauguración de un nuevo hospital-anunció.
-¿Cuándo te vas?-aquella pregunta que salió de los rosados y rellenos labios de Joe no pareció del todo tierna.
-Mañana por la noche.
-Oh. Bien.
Guardé silencio, no sabía si era mi imaginación o la conversación entre ellos carecía de calor, era una plática fría, como si ambos estuvieran molestos con el otro y nadie se pusiera a considerar los hechos. Me percaté también de que Sharon no lo discutió con Joe, sino que ya había tomado la decisión y sólo se la hizo saber.
-Chicos, vamos adentro; aquí hace frío-musité, dándole un doble sentido a mis palabras.
-Claro-dijo Sharon.
Entramos de nuevo y al instante ella tomó la mano de Joe, cosa que hizo que la fierecilla, hasta ahora desparecida, diera señales de vida. Pero esta vez ya no parecía celosa, aunque sí lo estaba, pero se encontraba más triste que enojada. Yo tenía que entender que él le pertenecía a Sharon y nada iba a cambiar aquello.
-¿Bailamos?-le preguntó Joe y mi corazón se contrajo en mi pecho, dolido.
-Claro-aceptó ella.
-Iré a sentarme por allá-dije, mientras señalaba el lugar que antes había ocupado.
Sharon me sonrió con una sonrisa muy carente de alegría; mientras que Joe, no siquiera me miró.
Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el sí y el no acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.
Cuando me hube sentado, los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.
Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento en el que cavilara a Joe. El no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.
Volví a prestar atención a ellos. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundida por el actuar de Joe; sí tenía una cosa en claro... no permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Sharon, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.
-Vuoi ballare con me? *-la voz de un joven de cabello castaño, algo alborotado me hizo mirarle.
Me tendía la mano, como Joe lo había hecho antes. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero no tenía muchas ganas de bailar.
-Lo siento, no hablo italiano-dije, sonriéndole.
-Oh, si parla spagnolo. Si prega di ballare con me **-no sabía qué había dicho, pero no quitaba la mano extendida hacía mí.
Miré hacía la pista de baile y Sharon y Joe seguían allí, moviéndose al sonido de la música. Yo no tenía que quedarme aquí sentada, abandonada; además el muchacho que me pedía un baile era apuesto. Sus ojos cafés y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Joe.
-Qué más da-farfullé y me levanté de la silla, aceptando la invitación de baile.
Él me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a mi lado. Sharon y Joe.
Ella me sonrió, mientras que él frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a nosotras dos para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aun así me doliera en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Sharon, nada más.

Manual de lo prohibido (Joe Jonas)Where stories live. Discover now