Campanas [Erwin Smith x Oc]

↜ 0 6 ↝

ERWIN

El día anterior a la entrega de los papeles de registro visité a Della como ya era costumbre. No había nada fuera de lo común en aquel lugar, pues el movimiento era mínimo. Entré a la habitación donde se encontraba mi amiga. La luz  solar que entraba por la ventana iluminaba el rostro de la hermosa pelirroja allí recostada. Los cables que habían estado conectados a sus extremidades superiores, ahora colgaban a los costados de su camilla suministrando sus respectivos contenidos a la nada. Pudo haberme alegrado el hecho de que, aparentemente, no los necesitaba; hasta que las palabras del profesional en medicina resonaron en mi cabeza.

Como las únicas visitas que tiene la señorita Neumann, necesito que estén al pendiente de esto. El cableado con el que suministramos las vitaminas a su organismo debe estar siempre en su lugar. Este tratamiento es un proceso constante, por lo que no sería nada bueno que pase largos periodos de tiempo desconectada.

Solté el libro que llevaba en esa ocasión y me acerqué rápidamente a su camilla. Con preocupación tomé su mano.

ー Della, ¿Cuánto tiempo llevas desconectada? ー Giró su rostro en mi dirección, por lo que pude notar las lágrimas que caían delicadamente de sus ojos. ー Della, responde. Sabes que no puedes pasar mucho tiempo sin todo eso. ー A pesar de que las lágrimas no dejaban de caer de sus orbes verdes, la sonrisa que tanto amaba se abría paso entre las gotas saladas.

Mis manos temblaron cuando intenté tomar las puntas de las conexiones que debían estar en su lugar.

Me dirigí a la entrada del cuarto dispuesto a salir en busca de ayuda, pero el susurro de Della me detuvo.

ー Erwin... ー Me giré en su dirección. Ya no me miraba a mí, pues su vista estaba fija en la mesa que se encontraba a su lado, lugar donde se encontraban dos sobres. Cartas.

Tomé su mano entre las mías y, sin poder evitarlo, un par de lágrimas rodaron también por mis mejillas. Algo dentro de mí me decía que las acciones silenciosas de mi amada no eran más que una despedida.

Aún con las sonrisa y las lágrimas en su rostro, cerró lo ojos. El suave movimiento en su pecho, el cual me indicaba que aún respiraba, se detuvo. El leve apretón que tenía en mis manos, se soltó.

En ese mismo momento sonaron las campanas que indicaban la salida de la legión de reconocimiento.

La última palabra que salió de sus antes rosados labios fue mi nombre.

Lo último que tomó en sus manos fueron las mías.

La última sonrisa que adornó su hermoso rostro fue un regalo de despedida.

Mientras mi llanto incrementaba, recordaba el calor que tantas veces sus manos le otorgaron a las mías. Recordé el brillo que siempre acompañaba su mirada y la dulce sensación de sus labios contra alguna de mis mejillas al despedirse. Cada sonrisa que en su vida me dedicó cruzó por mi memoria, convirtiéndose en saladas gotas de agua que caían de mis ojos.