| C1 |

2.2K 131 49
                                    


Alguien me sacude de mi sueño erótico con mi perfecto amor platónico, cabe aclarar que es el hermano de mi "amiga" aunque la consideraría como novia de mi hermano en vez de "amiga" ¡apenas y me habla! ¿y lo peor? ¡mi hermano lo permite! ni siquiera debería de llamarlo hermano. Me remuevo y me tapo de pies a cabeza con aquella colcha color caramelo.

— Paimon, despierta...

Alguien susurra, estoy tan soñolienta que no puedo reconocer quien me esta hablado, pero tengo una idea de quien puede ser.

— ¡¿Que carajos paso?! — le digo bruscamente, a quien sea que me estaba moviendo hace unos segundos mientras me siento en la cama.

«Uno ya no puede tener sueños eróticos por estas razones.»

Me incorporo sobándome los ojos, lo primero que veo son unos bonitos ojos grisáceos tan claros que parecen dos cristales tales como los de mi progenitor. 

— ¡¿Puedes dejar de decir ese tipo de palabras?! sabes que a padre no le agrada que hables de esa forma — me grita un histérico Agares — solo venía a despertarte, ¡maldición! ¿o quieres que papá venga el personalmente a despertarte? 

Un escalofrió me recorre de pies a cabeza, Zeus Hansen no era un hombre tan paciente, así que niego rápidamente totalmente asustada ante imaginar ese escenario y le hago ojos de cachorrito para que no le diga nada. 

Nadie se resiste a eso. 

— Bien, — dice tomando una respiración profunda supongo para retener ese humor de mierda que trae. — padre quiere hablar contigo, también vine a avisar que hoy viene el tío Kilian.

— ¿El tío Kilian? pero el no me aviso nada ya sabes, nos contamos de todo. 

Seguramente mis ojos delatan mi confusión, lo cual no me sorprendería en lo absoluto suelo ser demasiado expresiva con mis sentimientos. 

— Como sea, despertare a Regina. — suelta y ruedo los ojos.

Estos dos se traen algo. no digo las cosas en vano, siempre se andan haciendo ojitos abrazando o besandose en las mejillas. De repente siento el ambiente tan tenso que se podría cortar con un cuchillo.

Aunque Regina sea mi hermana por alguna extraña razón nos detestamos, no sé concretamente su odio irracional hacia mi, pero esta ahí.

Mi mente vuelve a la realidad cuando mi hermano se da la vuelta para irse, antes de hacerlo se detiene.

— Ah, y tu novio le aviso a Leo que no vendrá. — sigue su camino a la habitación de vagina... perdón Regina. Había olvidado completamente a Acke,  mi adorable novio.

— Te olvidas de algo, — digo. 

Se gira para mirarme con una de sus gruesas cejas alzada mientras esta en la puerta — no me dijiste para que me está llamando papá, no voy a la escuela los sábados que yo recuerde.

— Quiere hablar contigo sobre algo, no me dijo "sobre qué" — hace comillas, con ambas manos.

— Bien. — otra vez retoma su camino.

 Le quedo mirando unos segundos su espalda hasta que desaparece de mi vista, cuando ya no esta voy a cerrar la puesta pues la había dejado abierta, me desnudo quedando solo en bragas y busco un bonito vestido.

Susurro un pequeño perfecto cuando encuentro la prenda que estoy segura me hará lucir espectacular. 

— Wow — susurro y me examino en el espejo es un vestido verde floreado, que me llega hasta los muslos, con un lindo encaje blanco en la parte de los senos. — te ves hermosa, Paimon. Claramente te ves hermosa — no soy alguien que tenga el ego hasta los cielos solo que es un escudo, una forma de protegerme antes mis inseguridades.

Me quedó unos segundos más examinándome en el espejo, doy una vuelta y decido ir al despacho de papá sin hacerlo esperar más.

Fuese lo que fuese que tenga que decirme no debe de ser tan malo, ¿verdad?

[...]

— Mi respuesta es un rotundo no, claro que no papá — hablo, perdiendo un poco los estribos.

— No te llame para pedirte un permiso, Paimon, — usa ese tono duro que utiliza para ordenarle algo a sus trabajadores, o a los empleados de la casa. — te llame para informarte, no quiero quejas de ellos en su estadía en casa.

— No me puedes hacer esto. — hablo con mis ojos cristalizados, haciendo un pequeño berrinche. — sabes bien que odio pasar tiempo con ellos, son insoportables, padre.

— No más palabras sobre este tema Paimon. Llama a tu hermana — habla con el mismo tono — no debí haberte dicho esto a ti primero, eres tan inmadura. Tu hermana afronta mucho mejor los imprevistos. — dice en un murmuro bajo, lo más seguro creyendo que no lo escuche.

Es un completo idiota, siempre marcando esa diferencia entre Regina y yo, nunca entere su afán de hacerlo.

— Pero Agares fue a despertarla después de hacerlo conmigo. — me da una de sus miradas que dicen claramente "deja de refutar y haz lo que te digo" — ¡lo digo en serio!

— Solo ve a despertarla, — rueda los ojos con frustración como si estuviese harto de toda esta situación — lo más seguro es que se haya olvidado.

Salgo dando un portazo, camino furiosa hacia el dormitorio de mi hermana. 

Toco y no hay respuesta. Otra vez lo hago, me estreso y prácticamente derrumbo su puerta al abrirla con fuerza, encontrándome con una escena realmente asquerosa.

Abro la boca con asombro viendo como la cabellera rubia de Regina tiembla con el movimiento al que  esta sometido su cuerpo al tener dos manos blancas y venosas en sus caderas haciendo que suba y baje por el falo del rubio con ojos café, el cual se llama Gilles.

El chico es el hermano de Terri la novia de mi hermano, este chico es aquel que aparece mi sueños de forma prohibida principalmente porque tengo un novio el cual es muy dulce conmigo y me ama como no tienen idea, además de ser el rollo de Regina, ni siquiera debería de pensar en el de una forma morbosa por la primera cuestión. 

Giro rápidamente, voy hacia la puerta, pero antes de cerrarla ella dice un "¡¿acaso no te había dicho antes que tenías que tocar antes de entrar?!" 

Suspiro mientras mi corazón esta acelerado y un sabor amargo se apodera en la boca de mi estomago mientras avanzo un par de pasos por el gran pasillo encontrándome con Agares pasando por ahí ya que nuestros cuartos están en un solo pasillo.

— Si no bajo, fue por algo, no porque simplemente no quería despertarla. Solo que yo si tuve la suerte de tocar — lo dice, para después seguir su camino hacia su puerta, que está al final del pasillo y cerrarla tras él, rápidamente sé que él está enojado por lo cual no hay una razón contundente.

Devuelvo mi atención a la puerta de mi hermana, apuesto que estoy roja como un tomate y no solo por la vergüenza sino también por la furia que siento en mis venas, tampoco es que pueda ocultarlo si lo estoy, mi piel es algo pálida. como la de un muerto o tal vez, exagero.

Pasan los minutos e intento de bajar el ardor de mis mejillas lo cual logro y justo cuando voy a tocar su puerta ella sale con su típica vestimenta jeans negros y un top dando a relucir sus voluptuosos senos. 

— Papá mando a llamarte. 

Ni se inmuto en contestarme así que la examino rápidamente, mientras paso la mirada por su cuello encontrando unas manchas de color rojizo.

Cuando mi mis ojos verdes chocan contra los de metal de ella me da una mirada juzgadora, de esas que te asesinarían en un solo segundo pero comprendo el porque de esa acción arruine su momento con Gilles de solo recordarlo mi piel se eriza y el nudo en el estomago vuelve, solo pasa mi lado chocando ligeramente nuestros brazos. 


Inmoral. © [En proceso, Borrador]Where stories live. Discover now