Epílogo III

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Yona casi se puso a llorar allí en medio de la gente, cuando, después de bajar del escenario con su diploma en mano y haberse escurrido entre la cantidad de familiares y amigos que había ido al evento, se encontró a sus chicos charlando entre ellos en una de las esquinas más alejada del gimnasio del instituto.

—¡Chicos!

A pesar del alto nivel de ruido que había en aquel espacio cerrado, Yona fue escuchada, atrayendo la atención de todos a ella. La sonrisa que le dedicaron, junto con el brillo de orgullo de sus miradas, fue suficiente para hacer que sus piernas temblaran, pero consiguió reponerse y dio un par de codazos más antes de llegar hasta ellos.

No supo quién fue el primero al que abrazó hasta que el inconfundible aroma a bosque y sol entró por sus fosas nasales. Y entonces, entró en un espiral de besos, abrazos y alguna que otra lágrima de su parte. No quería, pero es que les había echado tanto de menos...

—¡Felicidades, señorita! — rio Zeno, apretándola fuertemente contra él— ¡Zeno está muy muy feliz por haber presenciado este día! ¡Estás espléndida!

—Este vestido te sienta muy bien, Yona querida— le piropeó Jae-Ha con su guiño de ojos— Aunque yo creo que eres tú el que lo hace más bello todavía.

— Felicidades, Yona— palabras escuetas de parte de Shin-Ah, pero el brillo de su mirada le decía muchísimo más que cualquier palabra que pudiera salir de sus labios.

— La ceremonia ha sido muy bonita, Yona— le sonrió Kija, con su sonrojo semi perenne en sus mejillas— Estoy muy feliz por ti, enhorabuena.

—¡Ya era hora! Mis clases online han servido de algo, ¿eh? ¡Graduada por fin! — Yoon la apretó en un fortísimo abrazo que en el casi la dejó sin respiración.

Yona recibió todas las muestras de cariño, con los "gracias" saliendo sin parar de sus labios, y no pudo evitar fijarse en lo guapo que iban todos. Había pasado casi tres meses desde la última vez que habían estado reunidos todos juntos -después los había visto conforme iban volviendo a la ciudad unos días- y no pudo evitar sentirse como una mamá gallina con sus polluelos, haciéndoles notar lo mucho -imperceptible para cualquier ojo humano salvo el de ella- que habían cambiado en esos meses.

Y es que esos últimos dos años, cuando todos habían volado del nido, despidiéndose para ir a la universidad mientras ella todavía seguía en el instituto, se le habían hecho cuesta arriba. Por supuesto, no solo lo decía por Hak -que era gran parte del problema- sino también el saber que no podría llamar a Kija para que dieran una vuelta, que no tendría a Zeno robándole las patatas en el almuerzo, que ya no habría más malas miradas por parte de las chicas cuando ella iba a animar a sus amigos al entrenamiento, que no podría revolverle el pelo a Yoon por el simple hecho de molestarle... Esos dos últimos años se le habían hecho eternos en muchos sentidos. De un momento a otro, había pasado de estar rodeado constantemente por ellos a estar... sola... porque incluso el inteligentísimo Yoon había adelantado un par de cursos.

Pero ahora no era el momento de pensar esas cosas, sino de disfrutar que estaban juntos de nuevo.

Su mirada se encontró con la de Hak, quién se estaba observándola apartado del grupo con las manos metidas en los bolsillos y una pequeña sonrisa tirando de sus labios. Aprovechó que Kaya también se había unido al grupo y que Mundok estaba charlando con la abuela de Kija para tirarse hacia él, que la acogió con los brazos abiertos.

—Felicidades, graduada— susurró él con la sonrisa aún más amplia, abarcando sus caderas.

—Gracias, universitario— le respondió ella antes de hacer que sus labios se juntaran. Como cada vez que pasaba, la realidad desapareció y solamente sintió, escuchó y saboreó al que chico que la sostenía en sus brazos con ternura.

—¡Yona, Yona, no sabes lo feliz que estoy! — exclamó Tae-Yeon de pronto, cortándolos abruptamente al aparecer entre los dos— Disimulad que el abuelo está mirando para acá— cuchicheó antes de sonreír ampliamente— ¡¿Cuándo nos vamos a hacer la foto que me prometiste?!

Yona rio cuando escuchó el bufido de parte de su novio, antes de inclinarse para susurrarle al oído.

—No veo el momento para que llegue esta noche. 

Ocaso (Akatsuki No Yona)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora