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Frank Iero.

Dos palabras que podían causar mucho revuelo. Un nombre, perteneciente a un hombre. Un omega.

Un chico de veinte años con un aspecto algo desalineado, pero encantador, una boca que no dejaba de coquetear por todos lados, aunque sin intención. Simplemente un encanto para cualquier alfa.

Con un aroma a caramelo que dejaba muerto a cualquiera, un dulce aroma que con solo sentirlo a la distancia atraía fervientemente. Casi bueno para la salud, una bonita sonrisa, una mirada de calma. Pero no permitía cortejos.

No los permitía de absolutamente nadie, y que Frank Iero te rompiera el corazón se había vuelto un logro. Algo que era bastante común. Enamoraba a todos y uno a uno los rechazaba dulcemente, mostrando la pena en sus ojos al decir «lo siento, entre tú y yo no puede haber nada». Gran frase célebre, recordada por cada alfa.

Pero no a todos quisiera rechazar, había alguien que le interesaba. Había un chico un año menor, compartió curso con él por al menos tres años, pero lamentablemente repitió el curso, no sabía las razones, aunque seguro estaba relacionado a los ausentes.

Lo veía la menor cantidad de veces posible, en parte porque solía espacarse horas antes de finalizar el día o directamente no asistir. No solía molestarle no verlo, lo usual sería sentirse un poco decepcionado por no poder acercarse, pero le alegraba no tenerlo cerca, no quería enamorarse más de lo que ya estaba.

El sol rompía el cielo con sus rayos y Frank llegaba a su colegio con pasos enormes -al menos para él-, llegaba un poco tarde. El despertador, es decir, su madre, esta vez no había funcionado correctamente. Una confusión de horarios hizo que terminara sudoroso entrando por la gran puerta principal cuando ya nadie rondaba por allí.

Aburrido el conserje lo observaba correr por encima del pasillo que estaba trapeando, puso sus ojos en blanco y siguió con su mirada la figura ligera del omega. Su ropa usualmente era ligera al igual que él, incluso vaporosa, camisetas de algodón cómodo y a veces alguna tela sedosa como su piel.

Pasó por en frente de los baños y se volvió unos pasos para ingresar, no quería verse desalineado cuando entrara a clase. Ya sabía que llegaba tarde, pero al menos no sería desastrozo.

Entró apresurado, directamente a la parte donde se encontraba el espejo de cuerpo completo, pero casi da un giro sobre sus talones al ver a Gerard allí sentado, sobre el lavamanos, como si eso fuese lo más normal del mundo.

Seguramente se veía incómodo y sudoroso y desordenado. Al verlo su mente se desconectó tan rápido como volvió a hacerla funcionar. Gerard tenía su ropa completamente negra, con un gorro gris en su cabeza, Frank cuestionó en su cabeza por qué demonios tenía un gorro de lana en plena primavera. No parecía lo más fresco del mundo.

-Hola, Frank -saludó con cortesía el pelinegro, formando una tenue sonrisa-. Parece que viste un fantasma.

-Hola -devolvió. Frente al espejo se arregló el cabello y su ropa, para después dirigirse a un lado del contrario, para limpiar su rostro con agua fría-, supongo que no es normal encontrar a alguien reposando en un lavamanos como si no estuvieran dando clases en su salón, ¿no?

-Las clases no son interesantes.

-¿La pared blanca del baño sí lo es?

-La pared no me grita que preste atención -soltó una pequeña risa, observando los ojos brillantes del castaño por primera vez en días-. Y puedo hablar con los visitantes del baño.

-Súper -Mencionó con ironía.

Gerard parecía triste, en realidad siempre lo parecía, pero no iba a hacer nada al respecto, probablemente tendría sus propios problemas, en los que no podía entrometerse.

El pelinegro era un alfa, y podía notarse con solo mirarlo una vez. A pesar de parecer tímido, tenía una voz profunda y fuerte, no era exactamente introvertido, quizás solo hablaba lo necesario y cuando lo deseaba. Sus colmillo se asomaban en su boca cuando sonreía levemente, y la presencia intensa de sus feromonas cuando estaba molesto derretía por completo al omega frágil dentro de Frank.

No podía dejar de pensar en él cuando ya se unió a su clase, pero se obligó a hacerlo, incluso después de ver la razón por la cual llevaba ese gorro caluroso en la mañana.

Tenía una porción de cabello de un rojo brillante.

* * *

Holaa, regresé como una campeona con un fic nuevo en vez de terminar los demás (;

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2022 ⏰

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Alguien más entre tú y yo. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora