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Estar oculta no significa
haber muerto.

Mi mente se nubla por varios segundos. Mis manos se sujetan con mayor fuerza al respaldo de la silla para que no vean cómo me tambaleo.

— Ha estado en todas vuestras misiones – añade Sebastian y hasta ella parece sorprendida ante el comentario de mi padre, aunque no más que yo.

— ¿Desde cuándo lo sabes? – pregunta ella y el presidente tan solo se encoge de hombros.

— Desde lo de Bali, cuando me informaron de una segunda explosión que no entraba en nuestros planes. – Hace una pausa para inspirar profundamente y continuar hablando. – Gracias a eso los hombres que perseguían tanto a mi hijo cómo a la tuya no les atraparon. Les dio tiempo a huir por la confusión que creó la segunda bomba. – termina de hablar mi padre y todo me da vueltas.

— ¿Pero como supiste que había sido yo?

— Porque ni siquiera yo tenía tanto poder en ese momento para hacer algo así.

La misión que encabezamos en Bali fue a principios de noviembre, lo que supone que mi padre sabe que Helena sigue viva y que fingió su muerte al menos desde hace 3 meses. Ese es el tiempo mínimo que ha continuado con su juego y no puedo dejar de pensar en porque hizo algo así. De haber sido cualquier otra cosa me lo hubiese contado.

Es ahora cuando todas las piezas del rompe cabezas que faltaban se unen en mi mente completándolo casi por completo.

— Pero si estabas muerta – digo intentando comprender toda la información que me abruma. Muchas cosas en muy poco tiempo y si le sumas la resaca del alcohol y las drogas que ingerí ayer todo tarda más en llegar.

— Está claro que no estoy muerta – habla ella con ese toque de ironía que la caracteriza.

Lo hace tan bien que parece ser la misma que la ha inventado.

— ¡Le hiciste creer al mundo que mi estabas! Tú hija sigue pensándolo, joder. – me llevo las manos a la cabeza mientras doy vueltas por la sala.

Me encuentro en la misma habitación que la capitana de la milicia Skade Italiana, la cual sino se hubiese retirado cuando asesinaron a su marido hubiese sido probablemente la presidente de esta. Iba tan bien encaminada, que después de la muerte del ministro, su marido, podría haberse encargado de su puesto. Pero no fue lo suficientemente valiente para llevar las tareas que él hacía por lo que decidió rendirse.

Tenía un futuro prometedor.

— Esa era la idea, que todos lo creyeran. Era lo mejor para todos – responde agachando la cabeza y la mujer valiente que había conocido desaparece delante de mí tan solo por unos segundos, hasta que se recompone volviendo a alzar su barbilla.

— ¿Lo mejor para todos? Tú no has visto a tu hija borracha y llorando el día que hicieron dos años de tu muerte. – pauso un momento y continuo hablando – o mejor dicho para tu supuesta muerte, ya que estás más que viva.

— Tengo explicaciones joder – exclama y yo me río.

— ¿Si? Cuáles son esas grandes explicaciones para dejar de un día para otro huérfana tu hija de 19 años. – inquiero y ella se levanta de la silla enfurecida.

A pesar de que debe medir unos veinte centímetros menos que yo he de admitir que impone y no ayuda nada haber presenciado como dormía a más de 30 hombres de dos metros con tan solo sus manos.

— Quien coño te crees tú para exigirme explicaciones de porque hice lo que hice – Me adelanto un paso hacia donde se encuentra y ella hace lo mismo por lo que quedamos a tan solo dos palmos de distancia.

DENEB [#2]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant