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Como si no quisieras
volver a verme.

Alessia:

La batalla interna de mi cabeza no me deja dormirme. Tras soltar la bomba que lo dejó totalmente helado bajó las escaleras y desapareció entre algunas de las habitaciones. Se había dado por rendido y no le culpaba por ello.

Mi regreso no era lo que ninguno de los dos esperábamos, pero no puedo hacer otra cosa. Por un momento pensó que algún día todo volvería a ser como antes y he de admitir que yo también lo había pensado, pero no me quedaban opciones y prefiero que no le hagan daño, aunque debamos mantenernos alejados el uno del otro.

Imagino esas estrellas que alguna vez fuimos, y puedo ver cómo poco a poco el brillo de estas comienza a apagarse. Seguimos siendo nosotros, pero cada vez estamos más lejos y no nos distinguimos entre la oscuridad que nos rodea.

En unos días, cuando se dé la oportunidad todo cambiará y no puedo permitir que esté cerca de mi cuando eso ocurra. Cuanto más duela ahora menos lo hará más tarde y es lo que estoy consiguiendo. Solo necesita tiempo y yo también, así que ambos salimos ganando.

No esperaré que algún día me perdone por lo que voy a hacer, pero si espero que lo entienda y que sepa que es lo mejor que pude hacer por los dos. No lo hará, lo conozco, pero si tan solo pudiese valorar las opciones que me han dado podría… Joder, ni siquiera así podría entender porque he hecho esto yo sola.

Nunca había llorado tanto. Ni siquiera por la muerte de mi madre o por las torturas que recibí durante meses. No fueron las pesadillas las que hicieron que tantas lágrimas se derramaran, no.

Ha sido su mirada. Su mirada de decepción. Fue la mirada que recibí antes de que decidiera alejarse mí. Sus ojos me transmitieron todo lo que no se atrevió a decir con palabras y fue lo que más me dolió.

Sí, yo soy la culpable de todo lo que ha ocurrido y es por eso por lo que lloro. 

Ojalá la vida nos hubiese permitido conocernos en otras condiciones, pero no ha sido así. Yo tengo que llevar a cabo un plan que no puedo desobedecer y en cuanto esto ocurra dejaré de ser Skade.

No sé si todo esto es mi karma o si el remolino que siento en el interior no es más que la culpa de todo lo ocurrido.

Los días pasan y me siento igual. Yo me quedo en la cabaña mientras él se marcha a la central como su obligación que es aunque yo no deja hacerlo por ahora. A mi me permitieron quedarme para sanar las contusiones y aquellos golpes que continúan doliendo cada vez que cierto los ojos.

No sé cuánto tiempo pasaría hasta que pudiese volver, pero eso no es lo que más me preocupa ahora mismo. Podría asegurar que lo que más me dolía en ese momento era lo que las costillas protegían.

Volví a perder la noción del tiempo de nuevo.

Me mantenía sola en mi habitación a excepción de las pocas horas que me acompañaban profesionales. Algunos de ellos son los médicos que han estado viniendo cada día hasta aquí para cambiar las vendas y comprobar cada una de las heridas.

El otro era algo más complicado y en lo que había estado implicado Sebastian, un psicólogo.

Era alguien totalmente independiente a la milicia Skade, aunque sabía de su existencia ya que era muy buen amigo del presidente.

Ahora se encuentra frente a mí, con las cejas alzadas y un bolígrafo entre sus dedos tratando de identificar lo que me pasa.

—      ¿Entonces...?

DENEB [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora