Día 2: Nos vemos después

82 8 27
                                    

Advertencias: mención de sangre (pues va de vampiros, lmao). (Mención de) MCD - major character death, o muerte de un personaje principal/importante. Fluff + angst. Distorsión del folclore de estas criaturas, propia interpretación. No quirk AU. Aged up.

En el horizonte el atardecer desaparecía con lentitud pero certeza, marcando el inicio de una nueva noche y Sero, con cuidado, discreción y lámpara de queroseno en mano, desvió su camino de la calle principal hacia el bosque, ignorando todas las advertencias colocadas en la entrada como siempre hacía.

Conforme avanzaba, la poca luz del día desaparecía y la lámpara que sostenía en su mano izquierda era lo único que le impedía tropezar con tantas ramas y raíces en esa oscuridad creciente. El frío de la noche comenzó a envolver su cuerpo e instintivamente acercó linterna a su pecho, buscando un poco de calor.

Cuando alcanzó su destino, el cielo se había despedido de su tonalidad naranja y se había cubierto con un manto de estrellas. Una edificación antigua se alzaba entre los árboles en un claro de bosque iluminado por la luna, con maleza adornando las paredes y rodeando por todo lo que parecía el jardín.

El lugar parecía atemporal. La belleza de la naturaleza adueñándose de aquella fachada le hacía olvidar a Hanta que ese lugar probablemente llevaba en pie por al menos unos 100 años. Había algo en el ambiente que le hacía pensar que había sido construido apenas el día anterior y cada enredadera era solo un adorno fino.

Y se sentía en casa cada que cruzaba por el portón cobrizo y verdoso que, con sus rechinidos, le recordaba que ese lugar era más viejo de lo que él podría ser en toda una vida.

Alzando los pies para no enredarse con las plantas, caminó hasta la entrada. Como era de esperar, la puerta no tenía seguro. Abrió, entró y cerró, soltando un suspiro de alivio. Otra noche sin problemas. Ahora podía disfrutar.

Caminó por la casa admirando los mismos muebles y decoraciones de siempre, todas cubiertas por sábanas blancas, dándole al lugar un aire de abandono que se fue en cuanto unos pasos se escucharon en la planta alta, caminando por la madera vieja hasta alcanzar las escaleras.

El azabache, estando al pie de estas, solo tuvo que alzar la mirada para encontrarse con aquellos orbes dorados, brillantes que le hacían olvidar el mundo real. Bellos ojos que resaltaban más con aquella piel pálida que les rodeaba, a excepción de aquellas ojeras que Hanta no podía más que adorar.

— Denki — musitó, dejando su lámpara en la mesa al lado de la escalinata, el único mueble que no estaba cubierto por una tela polvorienta.

Ante ese llamado, unos brazos pronto le envolvieron de forma cariñosa y Hanta correspondió, agradeciendo la inhumana rapidez ajena, porque ya no aguantaba un segundo más lejos de él.

Hanta escondió su cabeza en la cabellera rubia y comenzó a dejar besos en esta, inhalando ese indescriptible aroma que le hacía pensar que su lugar era... era ahí, entre los brazos de Denki.

— Te extrañé, Hanta — fue el saludo ajeno, con el sonido algo ahogado, pues el más bajo tenía la cabeza escondida en el pecho del azabache.

— Pero si has dormido todo el día, amor mío, y me tienes aquí al inicio de cada noche — susurró Hanta, riendo ligeramente.

Bajó la mirada cuando sintió una punzada entre sus clavículas y notó al chico apoyando su mentón en ese lugar. Sus manos subieron hasta alcanzar esos mechones amarillos y acomodaron estos lejos del rostro ajeno. Su corazón dio un brinco cuando esa sonrisa de colmillos afilados fue dirigida hacia él. Era preciosa, con esos dientes puntiagudos aplastando suavemente su labio inferior. Y ni hablar de sus ojos adormilados, que parecían cerrarse un poco más de lo esperado al momento de estirar la comisura de sus labios en pura felicidad.

¡Serokami Week 2021!Where stories live. Discover now