Kaminari Denki. Parte 1

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Una vez más el despertador interrumpió mi sueño profundo y fantasioso, donde estaba en una cita por las costas de Grecia con Harry Styles. Ojalá los sueños se hicieran realidad.

Bufé fastidiada por el atorrante timbre que salía por el teléfono, anunciando el inicio de otro rutinario día. Cómo odio levantarme a las 6 de la mañana. Lancé mi brazo sobre aquel artefacto y luego de un par de intentos, detuve la alarma.

Me levanté con el poco ánimo que se puede tener a esa hora y como un robot me dirigí al baño. Hice todo lo necesario y sonreí un poco al ver que mi periodo se había ido completamente, al menos no sufriré más dolores de vientre por un mes.

Una vez lista y ya vestida, me dirigí a la cocina, saludé a Pinky que estaba en la repisa y me apresuré a preparar el desayuno. Desde que llegué vivo sola, en compañía nada más de mis plantas y Pinky, un pequeño gato que llegó a mi puerta un día lluvioso, pidiendo un refugio cálido. Le di ese nombre por su nariz, ya que resalta ese lindo rosa por sobre su pelaje totalmente negro.

Sonreí nostálgica al recordar su llegada y procedí a alimentarnos. Una vez terminamos, me despedí de mi fiel compañero y salí de casa, con la universidad como destino.

Tan pronto llegué a la enorme instancia, admiré un poco los imponentes edificios que se alzaban frente a mí. Ya estoy en el último año pero nunca me cansaré de verlos. Retomé mi andar por la caminaría mientras una leve música empezó a salir por los pequeños ventanales abiertos de mi aula, dejándome saber que las clases estaban iniciando.

Apresuré el paso hasta llegar a mi salón y entré los más sigilosa posible. El maestro me observó de reojo y enfocó la vista en el estudiante que estaba tocando. Al menos aquí no se preocupan por si llegas a clases o no. Tragué saliva nerviosa y me enfoqué en escuchar atentamente las indicaciones del maestro, quién al parecer tenía mucho que decir hoy. Suspiré brevemente, reuniendo valor pues al parecer tiene un humor de perros. Algo me dice que será un día largo.

...

Luego de una dura jornada de clases, dónde recibí críticas hasta de mi forma de respirar, por fin era libre, o al menos por unos minutos. Apenas pude terminar de almorzar cuando ya me dirigía al trabajo, un estúpido café donde debía limpiar la porquería de la gente y tomar sus órdenes con una sonrisa falsa en el rostro. Habría dejado ese maldito lugar de no ser por el horario, pues respetaban mi extraño calendario de clases sin quejas.

Apenas pisé la puerta, un aura de infelicidad me rodeó, sacándome el aire de los pulmones. Respiré pausadamente un par de veces, intentando alejar los malos pensamientos, y terminé de entrar.

- Camelia, llegas tarde.- escuché desde el frente. Suspiré pesada al reconocer la voz y planté una sonrisa forzada en el rostro.

- Lo lamento sr. Ishikawa, llegué apenas salí de mis clases.- Respondí lo más amable posible. El jefe del café me observó serio y luego hizo un ademán con las manos, restando importancia a mi excusa.

- Que te deje trabajar aquí con ese horario tan raro no significa que llegues tarde, pues tengo anotadas todas tus clases. Apresúrate, hay clientes afuera.- Retó desde la puerta antes de salir rápido.

- Si sr. Ishikawa.- Respondí en el mismo tono. Una vez se fue, la sonrisa en mi rostro se esfumó.

- Y es Camila viejo asqueroso.- Dije en un susurro para mí mientras rodaba los ojos. Año y medio trabajando aquí y cada día me cambia el nombre.

Una suave risa me sacó de mis pensamientos, era leve pero estaba cargada de suficiente diversión como para sacarme una pequeña sonrisa.

- Daría millones por verte decirle eso a la cara.- Confesó entre risas Hiro. Si no fuese por él, mis días en este triste café serían cada vez peor.

Boku no hero academia. Mini Historias LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora