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Advertencia: TCA.

─Na Jaemin.

La voz retumbó en sus oídos como un eco.

Sentía la cabeza pesada y palpitante, como si ante el mínimo movimiento, esta podría salir rodando por el suelo. Abrió los ojos, pero no le ayudó en absolutamente nada, pues todo a su alrededor se sacudió y bastaron minutos para adaptar su vista a la iluminación artificial de la habitación.

Sábanas, suelo y pared del mismo color; tan blancas que se parecía a esos extraños sueños que tenía de vez en cuando. Sin embargo, comprendió de inmediato dónde se encontraba. Principalmente por la aguja traspasando su antebrazo izquierdo, que guiaba un líquido rosa desde una bolsita sobre su cabeza, hasta sus venas. Suspiró y apretó sus labios en una línea, para callar los mil demonios que necesitaban gritar y desahogarse por su descuido.

La mujer frente a él, cabello negro hasta el pecho, ojos grandes, rostro pálido y bata blanca, le regaló una pequeña sonrisa.

Psicóloga Bae.

─Buenos días, Jaemin ─el pelirosa asintió en modo de saludo, ella volvió a sonreírle y suspiró, probablemente alegre de que Jaemin no haya reaccionado de mala manera─. Supongo que debes tener algunas preguntas.

─No realmente. No soy tonto, sé lo que hago aquí.

Su voz se había escuchado rasposa, gastada y ciertamente cansada de todo.

─Hay personas que no son conscientes de lo que hacen, por eso te lo digo ─ella bajó la mirada hasta una carpeta de color rosa en sus manos delicadas con uñas brillantes, Jaemin pensó que parecía una muñequita─. Entonces, Na Jaemin... ─elevó la mirada y volvió a leer─... Desnutrición grave, hospitalizado por desmayo a causa de inanición. El paciente presenta frecuencia cardíaca lenta, hematomas, uñas quebradizas, vello suave por el cuerpo y una ligera pérdida de cabello. ¿Sabes lo que significa?

Jaemin dejó de observar la carpeta para fijarse en algún punto de la habitación. Le asqueaba ese lugar, por muy irónico que sonase. Las paredes blancas eran aburridas y el olor a medicamentos que había en el aire era desagradable.

─Eso supongo.

─Dime, Jaemin ─cerró la carpeta y Jaemin volvió a mirarla, había algo en ella que le generaba paz y confianza─. ¿Te molesta si te hago unas cuantas preguntas o prefieres descansar?

─Puedo responder.

La psicóloga sonrió otra vez y le dio unos segundos para respirar. Demasiado cálida para estar en un lugar como ese.

─Me parece perfecto. Entonces, ¿me cuentas qué es lo que ves cuando estás frente al espejo?

Jaemin indagó en su cerebro. Seguía un poco desconcertado y recordar cada detalle le costaba, en especial por la aguja con algún líquido desconocido entrando a su organismo.

─Yo... Umh, veo algo diferente a lo que ve el resto.

Ella asintió sin apartar la mirada y de cierta manera era tranquilizante.

─¿Como la desnutrición que te diagnosticaron hace unas semanas?

─Sí, intentaron convencerme de que lo estaba, pero yo... ─recordó a Changbin diciéndole que había entrado en negación, le dolió el pecho, y aunque seguía sin poder verlo porque la inconformidad con su cuerpo no desaparecería de un día a otro, logró comprender el porqué de sus palabras─. Sinceramente no quise hacerles caso, creí que exageraban o que me estaban atacando.

─¿Cuántas veces te pesabas o medias el cuerpo al día?

─Más de diez.

Era desesperante ver la pesa y las medidas que no disminuían, ver como la meta cada vez estaba más lejos y como no podía lograr algo tan básico. Hasta el punto de que lo único que pensaba en el día era en subirse a la maldita pesa y comprobar, no se podía concentrar en clases, mucho menos escuchar lo que sus amigos hablaban, sin acabar en pánico.

Crazy Babies (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora