Oops, you think i'm in love...

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El destino le estaba jugando una muy grande.

Jisoo no era entrometida ni mucho menos. Pero en ese momento se encontraba siguiendo a la chica de sus pensamientos.

Al parecer Rosé estaba en una cita.

Las había encontrado por casualidad, Jisoo realizaba unas cuantas compras y al permitirse un pequeño descanso en una heladería divisó a Rosé.

Se veía extremadamente guapa maldita sea. Con su hermoso cabello pelirrojo y un atuendo para morirse. Unos vaqueros muy apretados que remarcaban su figura y un top negro que dejaba entrever sus marcados abdominales.

Dios mío.

Jisoo, después de haber fantaseado quien sabe qué con la menor, remarcó en la preciosa chica a lado suyo.

No era su tipo, vaya. Era un poco más baja que Rosé, tenía un largo y liso pelo negro, un cuerpo caliente (nada se comparaba a Rosé pero, meh, la chica se partía de buena a comparación de otras chicas), unas facciones duras y marcadas que la hacían ver fría pero digna de admirar.

Jisoo las observó alejarse y no perdió el tiempo, decidió seguirlas un poco, no había visto a Rosé desde hacía dos días. Por lo visto (había stalkeado todas sus cuentas y las de sus amigas) se había ido de camping con las chicas de su clase.

Joder, quería verla.

Se acercó lo suficiente para escuchar la conversación de las chicas

- siyeon unnie - Pronunció dulcemente alargando la última letra-. ¿A dónde seguiremos nuestra cita?

Caramba. Jisoo quería morirse ahí. Rosé nunca se había mostrado tan...tan inocente. Ni cerca. Parecía una verdadera adolescente enamorada.

No. Rápidamente ese pensamiento quedó en el olvidó y fue reemplazado por una información que no quería saber.

- ¿Qué tal si vamos a aquella tienda y luego a tu casa? - Dijo la tal Siyeon con una melodiosa voz señalando una tienda de lencería. Ya sabía a dónde se dirigía la chica y no me agradaba para nada-. Podríamos estrenar lo comprado.

Jisoo rogaba que Rosé tuviera la descencia de declinar la oferta y volviese a casa. Con ella.

- Me parece más que perfecto. - Rosé miró a Siyeon de una manera que Jisoo no pudo describir pero que le produjo una serie de emociones desagradables-. Deberíamos estar llegando a casa en media hora y mamá estará encantada de que una bella dama visite nuestra humilde morada.

- El placer será mío -Jisoo rodó los ojos-. Quiero conocerla.

- Qiiiri cinicirli - Bufó Jisoo

Decidió dejarlas por la paz. ¡Que Rosé hiciese lo que quisiese! Lo de ellas sólo había sido un calentón, a penas y se conocían. No quería saber sobre el estupido bien gusto que su vecina tenía con la música y que podía escuchar por las tardes o su estupida fascinación por poemas. Definitivamente no le había puesto atención a las palabras de la menor cuando visitaba su hogar y no sólo se besaban. Definitivamente no la había investigado ni preguntado a sus amigos sobre ella. Ni a su madre. Ni hablar.

Por eso Jisoo definitivamente no se encontraba espiando por la ventana el cuarto de la pelinegra, Nunca.

Las había visto llegar y al parecer seguían en el primer piso con mamá de Rosé porque no subían. Hasta que escuchó unas risas. El corazón se le subió a la boca. Rosé sonreía como sólo ella sabía hacerlo. Se veía feliz. Y la otra chica también sonreía. Maldita sea. Las dos realmente se veían muy bien juntas. Ambas eran muy hermosas. Y con grandes cuerpos. Y con grandes auras.

Se escondió detrás de su escritorio. Se moriría si Rosé se enteraba que la estaba espiando.

Agudizó el oído, pues las chicas tenían un energética platica.

- Siyeon, ¿deberíamos probar nuestras nuevas "prendas"? - Rosé pronunció la última palabra con humor -. Creo que son demasiado sexys.

Jisoo levantó por incercia el rostro. Veía a una Siyeon acomodada en la cama de su Rosé. Y a la otra dentro de su cuarto de baño.

La pelinegra se veía cómoda. Tal vez no era su primera vez ahí. Le hirvió la sangre.

O le salió la sangre por la nariz. Rosé había salido del baño con una lencería extremadamente sexy. Unas bragas negras con encaje que no dejaban nada, nada, a la imaginación. Y un bra del mismo tipo que, bueno, lo cubría todo menos lo "importante".

Jisoo se quedó como piedra. Primero había pensado: "¡Dios Rosé que preciosa!" "Ella es ilegal, contrólate Jisoo" "¿Cómo es posible que se vea tan sexy?". Luego: "Le quiero arrancar eso con mis propias manos" "Como hacer que las de 17 tengan 18 en 2 segundos" "Oh no, mejor en 1, no esperaría tanto". Para finalmente: "Oh Jesucristo Santo. Park Chaeyoung, ¿por qué estás dejando que esta suripanta de nombre Siyeon te vea en tu máximo esplendor?". Quería cruzar la ventana, romperle la cara a la maldita de Siyeon, también romperle el cerebro para que no recordase a la menor en esas vestiduras, luego raptar a Rosé y llevársela a un lugar mejor.

- Oye Siyeon - Rosé se acercó lentamente y pronunció nerviosa-. ¿Me veo bien?

La mirada de la pelinegra se mantenía seria y luego sonrió.

- Te ves fantástica.

Jisoo bufó, esa palabra no bastaba. ¡Se veía completamente de otra galaxia! ¡Tan hermosamente perfecta!

- Deberías probarte el tuyo.

La contraria se encogió de hombros y entró al baño.

Oops.

Sus miradas chocaron. Rosé le dedicó una sonrisa ladina. Y sin más preámbulos abrió sus piernas.

Disparo justo al corazón.

Y a otro lugar.

Sin más preámbulos la pelirroja empezó a acariciarse. Siempre manteniendo el contacto visual. Jisoo tragó. Joder, lo que daría por ser ella quien la acariciara la miraba con lujuria y formuló lo que parecía "ven".

La pelirroja no paraba y, evidentemente, la temperatura de su cuerpo era como el infierno. Sus mejillas estaban sonrojadas y se veía como tenía que esforzarse por respirar. Soltaba suspiros o gemidos, no lo sabía. Ella había comenzado a tocarse también.

Pero todo se arruinó.

Siyeon salió del baño encontrándose a una pelirroja exitada, en una posición comprometedora y con una vestimenta más que provocadora.

¿Qué había hecho?

Había entregado a Rosé en bandeja de plata al enemigo.

Oops...I Did It Again...[Chaesoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora