Prologo.

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¡Hola mis bonitos lectores! ¿Por qué existe esta horrenda precuela y no dejo morir esta trama? Contexto: Hace algunas semanas una lectora en "manual para un papá soltero" me dijo que quedó con ganas de leer más momentos de Jade con la pandilla y la idea no salió jamás de mi cabeza. Este fic rondará como los 10 capítulos porque tengo escenas entre capítulos del anime muy claras que quiero hacer (oh sí, me organicé y todo). Esto es basicamente Banana Fish en versión nadie se muere y con un bebé de por medio, pero eso se sabe porque es una precuela del otro fic, así que ay, me emocionan los canon divergence, espero no arruinarlo. Este fic va dedicado a la personita que me inspiró a sacarlo dandome la idea: MinervaNorman. Gracias por tanto, perdón por tan poco. Empezamos entre el capítulo 2 y 3 del canon. Muchas gracias por leer.

¡Esoero que les guste!

¡Esoero que les guste!

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—Skip. —Eiji parpadeó, intentando procesar la imagen que tenía al frente—. ¿Qué es eso? —El aludido se encogió de hombros, restándole importancia al problema.

—¿Qué no es obvio? —Un escalofrío le recorrió la columna vertebral—. Es un bebé.

Oh.

Esto sería un inconveniente.

Terminaron en un decadente apartamento en Nueva York, el lugar era simple, apenas contaba con dos cuartos, media cocina y un baño. La habitación era fría, deprimente e increíblemente impersonal. Un viejo escritorio de madera se hallaba apoyado contra la ventana, una mesita repleta de botanas que asumió que devoró Skip se encontraba en frente de la puerta. Era uno de esos lugares en Downtown de los que tanto le advirtió Ibe para que mantuviese la distancia, cerca había un bar y se escuchaban las peleas callejeras retumbando contra las cortinas desde el tercer piso. La cuestión no era el inminente peligro, sino la cuna improvisada en medio de la cama. Un bulto yacía dormitando envuelto por una gruesa chaqueta de mezclilla como si fuese lo más normal del mundo, y tal vez lo era, sin embargo...

—Se parece a Ash. —El japonés se inclinó para retirarle la manta improvisada del rostro, era realmente pequeño, algunos mechones rubios se encontraban revueltos hacia su frente, sus mejillas se hallaban rojas, él esperó que no fuese fiebre. Una galaxia de estrellas salpicó en forma de pecas contra una piel tan blanca que la confundió con nieve.

—Es su hijo. —Eiji tuvo que morderse la lengua para no gritar. Él se encogió hacia el bulto, hacía frío pero el único arropo era esa gastada chaqueta.

—¿Qué?

—Es su hijo. —Podía escuchar las peleas de los vecinos a través del papel tapiz, era un edificio donde se ejercía la prostitución y el tráfico—. Es un pequeño lince. —Ese cuarto no era apto para la crianza de un recién nacido. Como si fuese consciente del tema de conversación, el ovillo abrió sus ojitos.

—Parecen jades. —Eran una copia idéntica a los del pandillero, eran brillantes y hermosos, increíblemente solitarios al mismo tiempo. Él pensó que el infante sollozaría para reclamar sus merecidas caricias, no obstante, lo único que hizo fue arrojar una mueca adolorida—. ¿Eh?

De pandillero a papá soltero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora