Capítulo 8

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TESSA

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TESSA

—¡Tessa! —pegué un brinco al escuchar el grito de mi hermano, August señaló la encimera. El agua que estaba sirviéndome en un vaso se derramaba allí porque no estaba poniendo atención a lo que hacía.

—Oh, mierda, ¡mierda! —exclamé a la vez que dejaba la jarra a un lado y me apresuraba a agarrar un paño para secar el desastre que había provocado.

August esperó a que terminara de hacerlo sin quitarme el ojo de encima.

Cuando terminé y lo encaré, él arrugó el ceño en un gesto de preocupación.

—¿Qué te pasa, Tess? Has actuado rara desde que llegaste hace un rato. ¿Ocurrió algo malo en el trabajo?

—Yo... —fruncí el ceño también— no lo sé.

Él me miró más desconcertado que antes.

—Me estás alarmando, Tessa.

Le di la espalda y apoyé la cadera contra la isleta.

—Creo que estoy en shock —confesé.

—¿Y por qué sería eso?

Tragué saliva con dificultad.

—¿Porque alguien me invitó a salir y creo que le dije que sí?

—¿Y cuál es la novedad? Ya has salido con chicos en otras ocasiones.

—Si te lo dijera, no me creerías.

—Pues estoy aquí tratando de entender el problema. Un poco más de fe en tu hermano, por favor.

Exhalé con pesadez y giré sobre mis talones para verlo a la cara.

—¿Te suena de algo el nombre de Daniel Johnson? —pregunté, la angustia reflejada en mi cara.

August pareció confundido.

—Seh... ¿a quién no? Su música actual no es mala, aunque no es mi tipo. Pero ¿qué tiene que ver un tema con el otro?

—Bueno... —Hice una pausa para tomar valor, estaba temblando y no tenía claro el motivo—. Pues que ha sido él quien me ha insistido para ir por un café. Y, claro, el cerebro de la idiota hermana que tienes hizo corto circuito a la hora de darle una respuesta. Le dije «mañana salgo a las dos». ¡¿Qué me pasa?! ¡Si ni siquiera me cae bien!

—¿Qué diablos? ¿Cómo es eso posible?

Suspiré y mis hombros se hundieron con pesadumbre mientras le relataba lo que había pasado semanas antes, cuando conocí a Daniel Johnson en el Saint-Laurent, y luego el encuentro que tuvimos solo una hora atrás.

Entonces caí en cuenta de algo.

—¡Mi walkman nuevo! ¡Ay, no! —me hundí otro poco—. ¡Se quedó mi walkman y mi casete de Black Poison!

Por una sonrisaWhere stories live. Discover now