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—Jimin. Jimin, ¿qué ocurre? Mimi, Mimi, ¿por qué lloras?

Jimin sollozaba aferrándose a la sábana que lo cubría de pies a cabeza, sin querer dejarse ver por su amigo. Taehyung, por un segundo, se temió lo peor. Forzó con su amigo para quitarle la tela de encima hasta que dio con su rostro.

Se le rompió el corazón.

Jimin tenía la cara muy roja por el llanto, como si hubiese llorado largo tiempo, y las manos le temblaban. Le temblaban muchísimo. Lo obligó a sentarse a pesar de la resistencia que puso al inicio, y se mordió la boca para no echarse a llorar con él, aún si no sabía la razón principal por la que su amigo se encontraba en aquella situación.

No lo había visto así hacia muchísimo tiempo. Jimin no sufría de un ataque de pánico como aquel desde años atrás.

—Jimin, respira. Jiminie, respira despacio, no estás solo. ¿Quieres levantar los brazos? —Le preguntó con calma, pues debía levantarle ambas extremidades con cuidado para desbloquear el aire en su esófago. Jimin sollozó aun más mientras negaba con la cabeza—. ¿D-duele? Ya, ya está. Eso. Cuenta hasta diez. Uno, dos, tres...

Tenía los músculos tensos, quién sabía cuánto tiempo se encontraba en ese estado. Lo escuchó jadear y, aunque aumentaron sus ganas de llorar, Kim se dijo que debía ser quien mantenga la tranquilidad o, de lo contrario, no podría ayudarlo. Lo ayudó a recostarse para luego llevar ambas manos a sus piernas y presionar allí en delicados masajes mientras tarareaba.

—Mimi iba por el campo, por el campo iba Mimi... U-Un pollito amarillito, un pollito muy bonito —Jimin miraba hacia el techo con la mirada perdida, y el menor de los dos no reparó en sus propias mejillas mojadas por lágrimas que resbalaban en delgadas gotas. Continuó cantando aquella canción que se habían inventado de niños—. T-Taetae el tigrecito, protege siempre a Mimi. Mimi mira el gran cielo... Jimin, Jimin, no duermas. Lo estás haciendo muy bien. Eres un chico increíble, ¿lo ves? Ya estás mejor. Jimin es el mejor.

Si era noche o madrugada, Taehyung no lo sabía y no estaba interesado en quitar los ojos de sobre su amigo, quien ahora hipaba con resentido llanto en el pecho. Conmocionado, Jimin no emitía palabra alguna y Taehyung sabía que se debía no solo al malestar del pánico, sino también a la pena y vergüenza que el rubio sentía al encontrarse en una situación tan vulnerable, aun si estaba solo frente a su mejor amigo.

Taehyung le acarició el cabello y dejó que se le acurrucara en el pecho. Aunque muchas cosas volviesen a navegar en la mente de Jimin, él siempre estaría allí con una espada espantando los bichos horrorosos que fastidiaban la tranquilidad mental de su alma gemela.

Él ahuyentaría a todos los monstruos con su gran rugido. ¡No por nada era un tigre!

—Taehyung, ¿ya no me quieres?

Tomado desprevenido, Kim bajó la mirada hacia su mejor amigo, quien no se atrevía a mirarlo a los ojos después de lo dicho. Tae lo aprisionó en sus brazos y negó.

¿Qué? ¿Jimin pensaba eso? ¿Pensaba que ya no lo quería?

¿En qué momento habían regresado esos monstruos?

—¿Bromeas? Si me muero por ti, Jimin —le susurró, besándole el cabello—. Eres mi alma gemela, Jimin, hemos viajado muchísimas vida juntos, yo te amo muchísimo. ¿Por qué piensas que ya no te quiero?

All of my LifeWhere stories live. Discover now