Capítulo 13.- Contra reloj.

272 63 36
                                    

Las primeras luces del alba no les tomaron de sorpresa, pero si separados, se organizaron en tres equipos siguiendo a las sospechosas, quizás si algunas de esas mujeres hubiesen tenido algo de cuidado, hubiesen podido descubrir a quienes las observaban a poca distancia, sus atuendos, aunque discretos no significaban disfraces elaborados.

Terrence apostó por la viuda de Marlow, tal vez los años de convivencia con ella, le daban muchos otros argumentos para imaginar que, la señora era capaz de eso y mucho más; luego de una sesuda deliberación decidieron que su equipo seguiría a su exsuegra junto con Archie, quien representaba una cara menos conocida para poder acercarse a ella al igual que los investigadores.

Por su parte el equipo de George, se unirían a Robert Hathaway para estudiar los movimientos de Kleis, pues de esa manera tendrían acceso al ambiente donde se desenvolvía la joven actriz y  hasta debían  provocarla de ser necesario, para obtener lo que buscaban.

Por último, Albert, aún en contra de su propia perspectiva, se dedicó a seguir los instintos de Victoria Elis; para el simbolizaba una penitencia reconocer que quizás la periodista pudiese tener razón, le carcomía el pensamiento, pues, conociendo al personaje bajo sospecha, debia aceptar que el culpable estaba quizás bajo el techo de los Ardley.

Se sintió un idiota cuando su nueva compañera de equipo, le fue sincera de forma brutal;sin embargo, en retrospectiva pudo recordar que ella contraatacó por haber sido descubierta en su forma de mirar a Terrence:

—No tenga cuidado, esa deuda no le pertenece —dijo victoria volteando de manera inconsciente hacia Terrence.

—Entonces supongo que lo hace por él, Señorita Anderson —la confrontó con una sonrisa preocupada ante la contrariedad de que, aquella chica hubiese caído presa del embrujo Grandchester.

En su momento Victoria se había girado alarmada con el temor de que, el amable hombre, hubiese leído sus miradas y pensamientos mucho antes que ella misma.

Pero como la mujer desenvuelta y fogueada que era en diversos ámbitos, gracias a su oficio e historia personal, miró directo a los ojos de Albert e hizo una pequeña sonrisa cargada de mucha ironía

—Supongo que para usted es más fácil observar a los extraños, mientras ignora de lo que ocurre en su propio circulo sr. Ardley.

—Explíquese por favor. — le respondió de inmediato.

—Aprovecharé para ver cuán ubicado está usted, con respecto a la gente que lo rodea, y de paso le quitaré la venda de los ojos; a riesgo de que se moleste le confieso: he estado tras este caso por varios meses y me he permitido entrevistar de manera casual y anónima a muchas de las personas de su familia, personal y hasta allegados.

Su familia es muy discreta y la mayoría de su gente le es muy fiel, le felicito, eso habla bastante bien de usted... pero en esas labores realizadas de manera encubierta tuve la oportunidad de sacar información no tan valiosa, aunque si reveladora de al menos dos miembros de su familia.

Cuando le mencioné el nombre de su hija a estas personas, pude adivinar que no les agrada para nada que ella forme parte de su entorno.

—No es necesario que diga más, se refiere usted a Elisa y Neil, ¿Cierto?

—jaja me sorprende Señor Ardley, sí me refiero a sus sobrinos, jaja lástima que eso me confirma que usted más tonto de lo que yo pensaba.

Albert quedó sorprendido ante la irreverencia de la joven, nadie se atrevía a hablarle de esa manera al Patriarca, y sin duda alguna, eso llamó su atención de inmediato.

—Creo que sus palabras ameritan al menos una disculpa, señorita Anderson. —decía tratando de parecer molesto y ocultar su diversión.

—Quizás deba hacerlo, pero solo una vez que me haya explicado los motivos por los cuales mantiene a sus enemigos bajo su casa. —Así que, con un levantamiento de cejas y una sonrisa de parte de Albert, quedó sellado un pacto entre ellos.

ASESINA.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora