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—M-Mierda...Ahhhh—muchas mujeres le habían hecho eso, muchas de ellas habían incluso mordido y eso lo había enojado, hubo otra que ni siquiera placer le daban pero las dejaba jugar con su cuerpo pero ella...—Ahhh beth—

—Parece que si puedes ser domado—ella estaba haciendo las cosas con una coordinación perfecta. Se deleitaba con el toque de sus manos en sus esferas, acariciaba la carne de sus testículo con detenimiento, le daba pequeños masajes en círculos, incluso llegaba a bajar para besarlos y presionarlos con poca fuerza

—Ahhhh—no podía callar los alaridos, con cualquier otra eso no hubiera pasado. Pero ella no era cualquier otra, su boca besaba, lamia, succionaba y se sentía como si fuera una diosa que lo alejaba de él infierno para llevarlo al cielo—¡Agh! Más, por favor preciosa ¡chupame más fuerte!—en toda respuesta la joven sonrió, permitió que el más bajo le recogiera el cabello como a una coletilla y luego apretó con su mano la base de su miembro empezando a ir más rápido —¡Oh! Si así. ¡Ahhhh! — se sentía caer en un vórtice donde solo ella estaba ahí. Maldita sea, si antes ya se le había metido a la cabeza, ahora mucho más

—Mhhh... Señor meliodas—incluía su voz era la cosa más deliciosa y asombrosa que hubiera escuchado

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