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—P-Pues en ese caso deja de ser tan idiota—

—¿Eh? —

—Puedo estar seguro que solo estas haciendo sentir a la chica como otra muñeca para placer—el de cabellos rubios solo formó una mueca amarga en su boca y rodó los ojos. Esa no era su intensión, debía de admitir que si quería tener sexo, pero tampoco quería usarla como si fuera un objeto.

—Ban, es una chica que lleva provocandome con su voz y s eme metió en la cabeza—gruño —No puedo evitarlo, es como si un demonio tomará posesión de mi cuando se acerca —en toda respuesta el de mayor estatura solo negó con la cabeza y se agachó detrás de la barra empezando a recoger los pedazos de vidrio que había dejado caer por la sorpresa—La deseo Ban—

—¿Y cuando eso deseo pase, la dejaras? —meliodas suspiro

—Eso es lo que temo—

—Mira, si yo fuera tú dejaría de ser un imbécil que solo ve sus dos tetas y mejor hablaría con ella, una conversación de verdad—meliodas solo gruño, rodó los ojos sintiendo que su padre lo estaba regañando y cuando se dio media vuelta para irse la miró. Ahí estaba ella otra vez, tan radiante y hermosa como siempre que no pudo evitar suspirar y sonreír como bobo

—¡Y el premio mayor es para la señorita! —escucho a monspeet uno de los camareros mientras ella celebraba que había ganado y unos cuantos hombres que estaban ahí cruzaban los brazos enojados. Esa chica era tan especial y tan fuerte. Como en un trance empezó a caminar hacia ella hasta que logró llamar su atención y sus ojos bicolores brillaron al verlo

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