Capítulo 1: El viaje de regreso

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Hace mucho tiempo, existía un valle de pinos entre dos grandes montañas de un reino poco frecuentado. En ese valle un pueblo menospreciado vivía independiente de las maldades de la sociedad externa.

Sus habitantes, conmigo incluída, eran simples campesinos y maestros mágicos autosuficientes que no creían en la maldad de la magia divina. Por miles de años sabían que cada criatura mágica celestial solo imponía castigos a quienes osaban insultarlos, y era esa sabiduría la que los hacía sabios. Pero en cambio, el mundo exterior parecía cegado por la codicia de su propio poder, destruían e insultaban a los espíritus creyendo erróneamente que eran una amenaza para todos.

Con el tiempo, las criaturas mágicas y espíritus se alejaron de la humanidad.

Pero he aquí mi historia poco valorada...

Yo nací y crecí en el valle de pinos. Mi padre murió cuando apenas era una bebé mientras defendía el pueblo de la armada negra, y como mi madre no tenía tantos vienes para cuidarme sola, se ofreció como sirvienta en el templo a cambio de mi estable crianza. Allí, aunque me criaron junto a los huérfanos del templo, nunca me sentí sola, porque podía ver a mi mamá cada noche.

Cuando tenía diez años, los sabios descubrieron que tenía el poder de la invocación, así empezaron a entrenarme junto a los demás niños mágicos del pueblo, pero por más que era la mejor alumna en teoría, nunca logré dominar mi magia.

Hasta que ese mismo año conocí el lado prohibido del bosque...

¡¡Hija, corre!! —gritó mi madre en medio de la oscuridad y las explosiones.

¡Mamá, no me sueltes! —pedía aterrada mientras corríamos por las calles intentando protegernos.

¡¡Oye, tu!!, ¡¡suelta a la niña!! tres invasores de la armada negra lograron interceptarnos en una calle cerrada.

¡¡A ella no se la llevan!! sin saberlo, ese día vi claramente a mi madre usando magia contra los invasores para protegerme, ni siquiera los sabios del pueblo sabían sobre su magia invocadora.

¡¡Mami!! grité casi sin voz cuando uno de ellos me atrapó y salió corriendo conmigo en brazos.

Recuerdo batallar mucho aún con mi pequeño cuerpo, lo pateé, rasguñé y mordí con todas mis fuerzas hasta que me golpeó. Tal vez fueron horas o quizás solo unos minutos pasaron para despertarme de nuevo en los brazos de mi madre, ella corría a través de los árboles del bosque.

¡¡Rápido, solo necesitamos a la niña!! —se escuchaban hombres siguiendo nuestros rastros a lo lejos.

De pronto mamá se detuvo—, c-corre por allá, hija, muy muy lejos... hasta que veas un puente azul  —murmuraba con las manos temblorosas. Nunca la vi así.

No, mamá, no, no q-quiero estar sola —entré en pánico.

—Te amo, te amo mucho, hija...

Lo siguiente en mi historia podría no ser tan cierto, ya que mis recuerdos confusos se nublan por una gran nube de pánico. Pues esa noche, cuando los hombres atraparon a mi madre para matarla y aunque ella dijo claramente que corriera muy lejos, yo me quedé allí congelada viendo todo. Mi mente estuvo en shock observando la daga del hombre, e inconscientemente mi cuerpo también sintió una especie de shock, fue como aquella ola destructiva de emociones que nunca deseas hacer estallar, pero que igual emerge desde adentro sacando tu verdadero poder.

Ese poder que no dominé como quería y terminé matando yo misma a mi madre con mi magia...

Así que corrí, corrí, y corrí cada vez más huyendo del desastre, huyendo de mí misma. En algún momento mi mente se perdió por completo, caí agotada bajo la luz del amanecer como si hubiera muerto. Una vez despierta ya había caído el ocaso, las nubes parecían de oro, el bosque destellaba como plata. ¿Dónde estaba?, ese ya no era el valle de pinos...

La Promesa Prohibida (GL) Where stories live. Discover now