Capítulo 3: La maldición

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En estos momentos siento el cuerpo quebrado por todas partes.

—¿Segura que no desea una poción para sus heridas, señorita?. —La mujer regordeta que atendía la tienda estaba notoriamente preocupada por mi aspecto estropeado. Además de asustada, comprendo que por estos lugares la armada negra solo merodea para hacer desastres, y mi atuendo no traía los recuerdos más agradables, por eso sus ojos encendían esa mecha desaprobatoria hacia mí.

Sonreí— no se preocupe, buena mujer, soy médica de un valle lejano. Solo pasé por unos cosas necesarias para curar mis males.

Ya sea que se lo haya creído o no, pagué fugazmente los artilugios espirituales, un par de vendas y monté mi carreta retomando nuestro largo viaje. Las calles del pueblo lucían esplendorosas con aquella calma agradable, los niños aún corrían jugando felices y los ancianos tomaban café sentados frente sus casas, no creerías que a unos pueblos más atrás la guerra entre una mafia y una liberalista había sido fatalmente ejecutada.

—¡Señorita!, ¡señorita!, —detuve mi carreta al ver a la mujer persiguiéndome—. Se le olvidó el cambio, ¿cómo pudo olvidar tanto dinero?.

Apoyé mi mano en su hombro—, es para usted, señora, adonde voy no necesito dinero. Le deseo buena espiritualidad. —Continué el camino.

¿Qué estación será esta?, ya ni percibo el transcurrir del tiempo. Hojas nuevas brotan del interior de los árboles, se siente como si fuera el momento indicado para dejar ir tu corazón con la brisa suave.

¡Wushhh!. ¡¡Bum!!. De pronto una ráfaga impactó contra toda la carreta, el caballo se alteró y yo caí al suelo.

—¿¡Qué hiciste conmigo!?. —Ramas espinosas emergían por doquier mientras Hoja de Cereza despertaba de su sueño profundo en la oscuridad de sus recuerdos.

—¡C-calma, Hoja de Cereza!, —rogué sosteniendo firmemente al caballo para que no huyera—. Son buenos talismanes los que tienes puestos, cintas con mis propios escritos mágicos que curan tus herida–

—¿¡Por qué debería creerte!?.

—... Porque soy tu amiga... ¡¿Cómo puedes no recordarme?!

—Jamás sería amiga de un humano, —se notaba incrédula y molesta en todo momento.

Tuve que expresar un rasposo quejido de dolor para encender mejor el lado sensible de su corazón y que hiciera una mínima mueca de preocupación. "Ahora estoy segura, aunque no me recuerde tu memoria, sigues recordándome en tus sentimientos". Bueno, en sí no tenía planeado aquel fuerte impacto de bala interno en el pecho que debilitó a mi cuerpo como miles de agujas frías, pero si hablamos de cosas no planeadas, ojalá no hubiera tenido que iniciar una pelea para debilitar su fuerza.

—Agg... descuida, solo son pequeñas heridas internas —disimulé mi dolor.

—No es como si me interese.

Suspiré, de nuevo— ... ¿Qué te sucede?. ¿Acaso no te dieron lo suficientemente fuerte en el calabozo, nena? —comencé mi acto de villana mal actuado.

—¡¡Humana... mal nacida!!. —Explotó una considerable cantidad de energía y mi cuerpo voló como trapo viejo lanzado a la basura.

—A-agg... —ahora sí me siento destrozada. Si la pelea transcurrirá así, me veré obligada a solo usar magia—. ¡Ja!, admito que esa no la vi venir, fantasma levanta ramitas.

"¿Fantasma levanta palitos?", doy asco para ser mala.

Exhaustivamente sus ataques venían a mí sin piedad. No podía vencerla, estaba más que claro después de caer una y otra vez en varias de sus trampas, ¡pero vamos!, si su fuerza se debilita solo necesito una pequeña oportunidad para ganar. ¡Muajajaja!.

La Promesa Prohibida (GL) Où les histoires vivent. Découvrez maintenant