Catorce

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Estábamos los cuatro mirando a la pantalla del ordenador sentados en las sillas de la barra, cuando por fin se podía contemplar como los bandidos entraban por la puerta y se dirigían al ordenador que estamos mirando

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Estábamos los cuatro mirando a la pantalla del ordenador sentados en las sillas de la barra, cuando por fin se podía contemplar como los bandidos entraban por la puerta y se dirigían al ordenador que estamos mirando.

De repente, una de las cámaras enfocó las caras de los bandidos que no estaban tapados y se pudo ver sus rostros, uno era de una mujer y otro de un hombre.

Al fijarme mejor, no me lo podía creer. ¡Eran Claudia y Erik!

Lo volví a poner para verlo mejor, porque no me lo creía.

- Lucía, sí son ellos. - dijo Hugo abrazándome.

- Pero, no entiendo, si es mi novio. - dije mientras me salían lagrimas de la cara. - Chicas, teníais razón, tuve que haber cortado con él hace tiempo. Pero no entiendo por que ha hecho esto, necesito respuestas.

- Lo ves teníamos razón, te lo dije. - dijo Alejandra.

- ¡Alejandra! - dijo Vea mirándola con una mirada asesina.

- Hay perdona, tranquila Lucía. - dijo Alejandra dándome otro abrazo.

- Pues, mira, voy a cortar con él ahora. - dije yéndome a su piso no muy lejos de ahí secándome las lagrimas, para parecer mas fuerte, que no lo era.

Con paso firme me dirigí por unas callejuelas hasta llegar a la puerta de la casa de Erik, que por la luz en las ventanas estaba en casa.

Respiré hondo y toqué la puerta, antes de que él abriera, miré a los demás y les di una gran sonrisa forzada.

Erik abrió la puerta y nos invitó a entrar, yo les dije a los demás que se quedaran fuera, que tenía que decirle una cosa importante a Erik. Ellos sin rechistar se quedaron fuera a esperar. Él me miró con cara de preocupación. Entré, me senté en una butaca roja más cercana a mí y él cerró la puerta.

- ¿Qué pasa Lucy? - dijo Erik.

- La pregunta es que te pasa a ti. ¿Te parece normal que le hicieras eso a mi familia y a mi?

- ¿Qué?

- No te hagas el que no sabes nada.

- Vale.

Después de unos minutos explicándome lo que estaba pasando, en resumen, que había cambiado mi nota, pero no había servido de nada porque yo lo volví a hacer. Luego hizo que me enfadara con mis mejores amigas. Y lo peor de todo, que con la ayuda de Claudia había cambiado los pagos para fastidiar a mi familia y a mí. No me lo podía creer. ¿¡Cómo no me había dado cuenta antes!?

- Hugo es mi amigo, solo me estaba acompañando a casa.

- Ah vale, me he confundido.

- No.

- Perdón.

- Mira, no te voy a perdonar en toda la vida. Esto no va a terminar así. Corto contigo. - dije mientras abría la puerta y me dirigía a casa a contarles lo ocurrido a mis padres y arreglar lo del juez.

- ¡Lucía espera!

Con pasó ligero y decidido me dirigí por las calles de la ciudad lo más rápido posible cabizbaja. Al llegar y abrir la puerta del piso de mi familia, me encontré a mis padres sentados viendo el telediario. Se acercaron a ver qué me pasaba, ya que me había empezado a caer alguna gota de tristeza por mi pálido rostro.

- ¿Qué te pasa mi pequeña? - dijo mi madre.

Les conté todo y les enseñé el video que había grabado en un USB en el portátil que había en la mesilla de la sala.

Se quedaron alucinados por lo que estaban viendo en la pantalla. Cuando terminó se levantaron y me dijeron: 

- Tranquila pequeña, ahora lo solucionamos. - me dijeron poniéndose la chamarra y saliendo de casa para dirigirse al juzgado, donde arreglarían todo, si no era tarde.

Miré por la ventana de la cocina para mirar a mis padres, que justo les perdí de vista ya que giraron hacia una esquina de la calle. Miré pensativa hacía el cielo gris nublado, que eso significaba que dentro de poco iba a llover.

Mientras Lucía volvía a la sala a oír música para que su mente pensara en otra cosa y no ponerse a llorar, su madre y padre estaban hablando seriamente con los padres de Erik, los de Claudia y el juzgado.

Más tarde, sus padres volvieron con muy buenas noticias, los padres de Erik y Claudia habían pagado todo y les habían devuelto el dinero que había prestado Lucía, que eso significaba que podía ir a la universidad de sus sueños. También por las molestias, a la madre de Lucía le dieron un bono con dinero para mejorar el local.

Después de que me contaran todas las buenas noticias, pudimos celebrarlo teniendo una fiesta familiar, mi padre, mi madre, mi hermano y yo, que nos lo pasamos genial.



Cuando las estrellas se alineanWhere stories live. Discover now