1. La Ventana

393 55 6
                                    

Si bien no existe una edad en la que se empieza a madurar, los quince eran el momento preciso para que alguien comenzara a ver las cosas de una manera distinta. A esa edad, alguien podría sentirse perfectamente capaz de tomar sus propias decisiones, teniendo en cuenta siempre a los demás para que sus deseos no incomoden a otros, así como a veces rendirse a obtener lo que quieren para poder cederselo a alguien más.

Sin embargo, también uno debía tener en mente que no todas las personas son iguales, y que en algunos casos crecer no significaba madurar, en especial para cierto par de chicos cuyos debates estúpidos estaban a la orden del día.

—¡Yo llegué primero! La ventana es mía —exclamó un castaño entrando a toda velocidad hacia el avión.

Aquel viaje que iban a realizar incluía a varios hombres de la Mafia que ya ocupaban el resto de los asientos. Aquel grupo de tres era el último en llegar ya que antes de subir al auto que los llevaría al aeropuerto, Dazai creyó que sería buena idea hacerle una broma a Chūya. Le escondió la maleta y esperó a que este se percatara de ello, lo cual fue a mitad de camino cuando el pequeño mafioso quiso sacar una bufanda por el frío.

Dazai se estuvo partiendo de risa con cinismo, hasta que se dio cuenta de que tampoco traía su maleta consigo. Y su razón era más estúpida aun: por hacerle la broma a Chūya, se olvidó de la suya.

Se vieron en la obligación de recorrer el doble de trayecto por su despiste. Claro que al menos dejaron que alguien les acompañe, siendo Kouyou la que tuvo que tomar aquel sacrificio.

Gracias a eso, los únicos lugares disponibles ahora eran tres asientos contiguos: Uno que daba a la ventana, otro que daba al pasillo, y otro en medio de esos dos. Y Dazai había decidido que quería la primera opción, por lo cual se escabulló con sus artimañas hasta llegar allí.

—¡Hiciste trampa, idiota! ¡Me empujaste en la entrada! —se quejó un pelirrojo, usando su antigravedad para saltar en frente de su oponente y darle una patada que apenas lo hizo retroceder, pues además de no haber utilizado su verdadera fuerza, con el mínimo contacto su habilidad dejó de funcionar.

—¡Es un viaje de doce horas! Necesito algo con que distraerme y verte a ti no es una bonita distracción —dijo haciendo una expresión de desdén que irritó al otro.

—¡¿Hah?! ¿Y a qué te refieres con "distraerte"? ¿A romper la maldita ventana para hacer un suicidio colectivo?

—¡Claro que no! No me fascina la idea de que digan que morí junto a Chūya —mencionó, exagerando una mueca de asco.

—¡Já! Ni siquiera te daría el gusto de que mueras a mi lado.

—¡Al cabo que ni quería! —replicó —. A ver ¿Y tú para qué necesitas la ventana si se puede saber? —preguntó inquisitivo cruzando sus brazos.

—Ver el paisaje me relaja, sino no puedo dormir —respondió —. Yo no quiero tener dos bolsas debajo de los ojos como otros.

—¡Si al final te vas a dormir, entonces no la necesitas!

—¡Claro que la necesito! ¡Es importante que duerma!

—¿Siquiera llegas a la ventana, Chibi? —se burló.

—Te voy a matar...

—Suficiente los dos —dijo Kouyou contundente, colocándose entre ambos chicos y dándoles un coscorron —. Yo iré a la ventana.

Ambos chicos vieron indignados cómo su pelea había sido en vano cuando la mujer se sentó en el asiento del fondo.

—Yo quiero el asiento que da hacia el pasillo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 29, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cambios [Soukoku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora