Día de entreno - Lyuba

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 La puerta sonó a la vez que una dulce voz le llamaba.

—¿Señorita Lyuba? —preguntó entre abriendo la puerta cautelosamente al no recibir respuesta.

La muchacha levantó la cabeza confundida. Su pelo enmarañado era un completo desastre, pero con un coletero tenía fácil solución. Lyuba soltó un gruñido mientras se frotaba los ojos medio abiertos y soltaba un enorme bostezo. Por la ventana entraba mucha luz solar, por lo que debía ser casi media mañana. Dirigió su mirada hacía la doncella que acababa de entrar, haciendo una mueca desagradable e indicándole que le había molestado que interrumpiera su sueño.

—El príncipe Legolas le está esperando desde hace un rato en el campo de tiro, mi señora —habló con el mismo tono suave.

Lyuba abrió los ojos de golpe quitándose rápidamente las mantas de encima y se levantó de un salto.

—¡Me mata! ¡Me mata! —se desnudó sin pizca de pudor, aun sabiendo que la elfa seguía allí, para vestirse con lo primero que encontró. A esta última no le importaba, de hecho, ayudaba en muchas ocasiones a la dama Arwen a asearse y vestirse— ¿Cuánto rato lleva esperando? ¿Mucho, normal, poco...?

—Bueno... por su rostro parecía que bastante rato... —declaró recordando la intimidante mirada azul del elfo cuando educadamente le pidió que fuera a buscar a Lyuba.

La mujer rebufó mientras acababa de abrochar los cordones de sus botas y tomando su espada salió corriendo de la estancia.

—Gracias por despertarme —dijo parándose un segundo en la puerta—, y no me hagas la cama, sé hacérmela yo —añadió esto último desde el pasadizo y a gritos.

Bajó las interminables escaleras que tenía ese hermoso y laberíntico palacio. Todas las paredes y puertas eran idénticas, es más, el primer día, cuando ya se había perdido por el edificio más de tres veces, le rogó a Elrond que le hiciera un mapa o ella misma se encargaría de poner carteles por todos lados para saber a donde se dirigía.

Llegó finalmente al campo de tiro y vio que a unos metros de ella, Legolas estaba sacando varias flechas clavadas en una de las dianas. Tomó aire intentando calmar su respiración después de la carrera que se había pegado mientras se acercaba, ahora a un paso más lento, al elfo que estaba de espaldas a ella.

—Llegas tarde —afirmó él.

—Perdón... se me olvidó decirle a mi doncella que me despertara pronto.

—Es la cuarta vez esta semana —declaró alzando un poco más la voz y sacando la última flecha con fuerza—. La próxima vez ¡vendré yo y te sacaré de la cama...! —se giró de golpe enfadado y al ver a la muchacha se calló de repente.

Lyuba se mantuvo cabizbaja mientras se retorcía los dedos de las manos y mordía su labio nerviosamente por la bronca que estaba recibiendo. El pobre, la última vez le esperó durante casi toda la tarde y ella no apareció porque decidió ir a darse un chapoteo en el río, con lo cual nadie la encontró. Ante el silencio repentino de Legolas, la chica se atrevió a mirarle directamente encontrándose con una extraña expresión en su rostro.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—Será mejor que hagas algo en tu pelo si no quieres que se te enrede en la cuerda del arco al disparar —dijo él frunciendo el ceño y sacudiendo su cabeza.

La mujer rodó los ojos y amarró con rapidez su pelo en un moño, aunque algunos rizos rebeldes se le soltaron.

—No tengo tu habilidad para hacerme trencitas, así que con esto servirá —sonrió ella con la esperanza de que esa distracción sirviera para dejar de echarle la bronca.

Legolas se cruzó de brazos volviendo a ponerse serio. Lyuba suspiró.

—Lo siento —dijo juntando sus manos mientras volvía a retorcer los dedos—, pero es que odio entrenar por las mañanas. Madrugar es un rollo.

—Ayer debíamos entrenar por la tarde.

—Es que por la tarde tampoco me gusta. ¿Qué pasa con mi siesta? —dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.

Él inclinó su cabeza levemente hacia un lado y arqueó su ceja derecha.

—No te hace falta si te vas a dormir pronto por la noche.

—¡Claro que sí! Es el mejor momento del día —respondió lanzándole una sonrisa amable.

—¿Por qué?

—Porque dormimos. Aunque no me extrañaría que no lo comprendieras, parece que apenas duermes —y añadió susurrando muy flojito—, eso explicaría tu mal humor.

Él alzó sus cejas con sorpresa, pero manteniendo la seriedad. De hecho, Lyuba pensó en ese momento que nunca había visto al elfo sonreír.

—No tendría mal humor si llegaras a la hora que toca a tus entrenamientos, esto no es un juego, Lyuba. Es importante para ti que aprendas.

La mujer se llevó las manos a la cara con frustración a la vez que soltaba un resoplido.

—¡Es que odio el tiro con arco! —exclamó finalmente volviendo al tema inicial— Dame una espada, o un hacha si quieres, pero ¿un arco...?

Legolas llevó su mano derecha al entrecejo tomando una respiración y armándose de paciencia, pues esa conversación ya la habían mantenido, aunque no llegaron a ningún punto y todo lo hablado quedó en el aire.

—Veamos, tenemos que realizar cuatro días de entreno a la semana. Vamos a hacer un pacto; si cumples con la mitad de días de entrenamiento completo de tiro con arco, los otros dos te dejo que entrenemos con espada —propuso.

—Tres días con espada y uno con arco —la chica puso sus manos juntas, con una sonrisa tierna.

Legolas le lanzó una mirada amenazante.

—No te pases de lista, dos días —finalizó y seguidamente se giró para tomar su arco.

—Solo era por si colaba —le sonrió ella.

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La imagen del encabezado es una hermosa edición de Lyuba realizada por @Elendil_Osore. Tenía muchísimas ganas de compartirla, y que mejor ocasión que en este primer one shot sobre Lyuba.

Aclaración para las lectoras nuevas: Lyuba es un OC creado por mí hace un tiempo atrás. Es la protagonista de mi historia "Por amor a Rohan", la cual está en proceso de edición. Espero poder traerla de nuevo en un tiempo. De momento os comparto esta primera reaparición de ella con mucha ilusión.

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⏰ Última actualización: Aug 07, 2021 ⏰

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