|| Capítulo 9 ||

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—¿Seguro que no quieres que esté contigo?—USA agarraba de la cintura al soviético, acariciando sus costados de arriba a abajo por encima de aquella sudadera blanca, mirando con un pequeño puchero al contrario.

—Seguro; déjamelo a mí, saldrá mejor si hablamos a solas—El americano suspiró con pena, deseando poder estar con el castaño mientras este hablaba con China, aunque fuese estando sentado detrás de él y mirando mal a la cámara; no le habían dejado.

Ambos habian vuelto hace un par de horas de aquel restaurante, dejando una considerable propina que haría sobrevivir por al menos unas semanas a la joven mujer que les atendió. Ahora, tras haber cenado y haberse quedado un rato en el sofá con Buddy y Yuri, URSS había decidido llamar a la asiática y resolver la pequeña discusión pasada.

Claro, aquello al estadounidense le encendía todas las alarmas, el cual no quería que la mujer le dijese algo malo a su soviético que le pudiese poner triste de nuevo; sin embargo, tuvo que aguantarse y esperarse en su cuarto hasta que el otro acabase de hablar con ella.

URSS soltó una ligera risa viendo la cara enfurruñada del mayor, sus manos en el pecho de este. Así, cerrando el poquito espacio que había entre ellos le dio un pequeño y corto beso en la frente, sonriéndole cuando este le miró levemente sonrojado.

—Sí quieres duermo contigo, ¿qué dices?—USA abrió los ojos con emoción, toda pena y molestia enterrada profundamente al escuchar aquella propuesta; asintió repetidas veces, una sonrisa ladina en su cara.

—¿Solo dormir?—Con aquella mueca sugestiva, América apretó aún más el cuerpo del menor en sus brazos, atrayéndole todo lo posible hacia él, ambos torsos pegados el uno al otro.

El soviético le sonrió rodando los ojos, empujando el cuerpo del rubio—Solo dormir.

USA dramatizó un rostro lleno de tristeza, curvando sus cejas y sus labios desilusionado, divirtiendo al castaño que resopló con gracia. Después de todo el teatro América le dio un último beso en los labios, corto e inocente.

—Te espero entre las sábanas, bebé.—y con un guiño final el estadounidense se fue hacia su habitación, dejando solo en el pasillo al contrario.

URSS suspiró con una sonrisa, aún sintiendo el sabor de los labios ajenos en lo suyos. Agitó levemente la cabeza hacia los lados, quitándose aquella imagen para centrarse en la tarea que tenia; hablar con China.

Copiando al occidental se fue a su propio cuarto, cerrando la puerta tras de sí después de que Yuri entrase con él, queriendo mimitos. Sacó un cigarrillo de una cajetilla en su bolsillo, caminando hacia el balcón y abriéndolo de par en par, necesitado de aire y tabaco para relajarse.

Se sentó en la fría piedra de mármol del suelo, agarrando el mechero con una mano y con otra sujetando el papiro en su boca, empezando a consumir la hierba cuando lo encendió, y dejando que el humo se esparciera por el cielo nocturno. Suspiró aliviado, dándole otra calada y por fin cogiendo su móvil.

Apretó el contacto de la asiática, esperando unos pocos segundos hasta que la ajetreada voz de China hizo eco en su oreja.

—¿Qué quieres?—Se la oía molesta, su voz ligeramente nerviosa y por lo que parecía por los movimientos de fondo, se estaba moviendo de un lado a otro.

URSS tragó saliva, no queriendo enfadar a su amiga—¿Podemos hablar...?

Egh- me pillas un poquito mal pero bueno, cómo sea—El soviético puso una pequeña mueca, el tono seco de la china entristeciéndole levemente.—¿Puedes videollamada? No puedo estar con una sola mano.

𝐇𝐎𝐓 𝐖𝐀𝐑 || SovAmeWhere stories live. Discover now