Treinta y nueve

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FINALES DE MAYO DE 1999

Draco prácticamente estaba viviendo en el hospital.

Pago la habitación más lujosa, más completa y se quedó en ella. Todo el tiempo.

Se despertaba a media noche y desesperado, comprobaba si aún había pulso en su mano.

Se quedaba viéndola.

Siempre estaba pálida, ya no había rosado en sus mejillas.

Sus ojeras se habían vuelto un poco más oscuras con tonalidades rojas.

El sintió un poco de alivio al saber que no estaba embarazada de Montague. No estaba seguro de que él la hubiera abusado, de igual forma, quería comprobarlo.

No era como si Amelia quisiera un hijo de Montague.

Todos los días, se despertaba en el sofá a su lado, se duchaba, bebía el primer café de el día y evitaba comer.

Se acercaba a ella y lanzaba diagnósticos cerebrales.

Revisaba su actividad cerebral, los recuerdos y luego el estado mental.

Le acariciaba la mano, intentaba trenzar su cabello y escuchaba los latidos de su corazón.

Fue una rutina.

Los meses pasaban y ella no despertaba.

Estaba viva, pero, no estaba allí.

Cuando los latidos de su corazón disminuían levemente, el se preocupaba y llamaba a una enfermera.

Le daban pociones y luego él lloraba.

La piel de ella estaba aterradoramente fría.

Cuando Molly iba a verla, Draco salía de la habitación. Él había sido terrible con ella.

Pero, le tomó algo de aprecio al ver cómo cuidaba a Lili.

Una de las últimas veces que Molly fue a visitarla, Le pidió a Draco que no saliera de la habitación.

Casi tuvo un ataque de pánico. Fue aterrador estar allí mientras ella le sonreía como si él nunca le hubiera hecho algo malo.

Molly se había acercado a él y lo abrazó.

Fue el primer abrazo verdaderamente consolador que recibió desde que Amelia estaba dormida.

Se desmoronó en sus brazos. El lloro y ella lo calmo.

Narcissa tenía sutilmente prohibido ir a visitar a Draco. Le escribía cartas y le decía que lo amaba.

Pero, no era igual a un abrazo.

Después de esa vez, a la siguiente, Molly llegó con jersey para Draco a juego con el de Amelia.

Luego, Draco había ido a la casa de Amelia a buscar más ropa de ella. Cuando regreso, una enfermera la había vestido con el jersey de Molly.

El dudo. Pero, luego...

Se puso el de el  y fue una sensación nueva.

Fue como si una parte de sus sueños se hubiera modificado y de alguna forma la estaba cumpliendo.

Ambos tenían jerseys abrigados, "vivían juntos" y el fácilmente podría leer libros junto a ella.

Las visitas a Amelia cesaron de parte de los Weasley, Harry y Hermione.

Iban una ves a la semana y pasaban tiempo con ella.

Cuando el cuarto mes se cumplió, Draco comenzó a desesperarse.

Llevo a los animalitos verdes y los dejó sobre el cuerpo inconsciente de Lili.

Quizás así despertaría.

Nada.

No hubo nada.

Comenzó a darle besos de buenos días y de buenas noches.

Le juro que no se iría hasta que el corazón de ella dejara de latir.

El la cuidaba mucho más que las enfermeras.

Estaba al pendiente cada minuto.

Revisaba su cerebro, su actividad corporal.

Había intentado aprender a tejer.

Se sentía completamente inútil. Pero debía ocuparse en algo.

Cuando creó un cuadrado de lana sonrió y se lo mostró a Amelia.

El ritmo cardíaco de ella había aumentado levemente.

Él fue feliz por ese instante.

Una semana después, Amelia a la mitad de la noche había comenzado a sangrar por las narices.

Fue llevada a otra habitación y cuando regresó, estaba aún más pálida.

A Draco le daba miedo respirar demás fuerte.

Con los dedos, en los antebrazos de Amelia, trazó runas para que se  salvara.

Runas de protección y fuerza.

No importaba si al despertar ella no lo recordaba.

Ella estaría despierta.

Eso era lo que él quería.

Darling Malfoy ; Parte DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora