Autor: Mauro Gómez Herrera
No puedo parar de pensar,
como si estuviera en otra dimensión,
pero sigo sentado en mi soledad.
No puedo parar de atormentarme sin descansar,
pues la vida es agridulce y no niego tener una cierta aversión,
es una verdad que no puedo callar en esta inmensa oscuridad.Oscuridad que me hace sentir en casa,
pues aquí estoy esperando el día de mi muerte,
ya que la vida no puede darme algo tan anhelado,
pues esa ánima oscura no descansa,
me atormenta y no dejará que sea libre en medio del combate,
porque cada día es como estar ahogado.No puedo parar de mirar hacia el techo,
de un ataúd construido para la muerte transformada en lecho,
porque la vida es de sabor agridulce y respirar es difícil para un muerto.
Muerto que no descansa, a pesar de estar despierto.
El aniquilador posa sus garras en mi alma maldita,
en ese lugar tan lúgubre logré ver a mi amada muerta.
Mis cadenas eran más pesadas que mi culpa,
pues mi corazón no es más que pulpa,
pulpa de carne podrida,
pues la muerte es la justicia que da equilibrio a la vida.
No elegimos cómo vivir, ni cómo morir,
pero sí elegimos los recuerdos, las cicatrices y los aciertos
las heridas, las batallas y el descanso de los muertos.
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Versos del Purgatorio
PoetryEl Averno tiene mil maneras de manifestarse, al igual que la locura, la maldad y la oscuridad. Nadie es capaz de ser el mismo, después de entrar donde habitan las torturas eternas. No puedes cambiar el pasado. No puedes predecir el futuro. Desespera...