Que el diablo no se apiade de mí

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Autor: Mauro Gómez Herrera

Un alma condenada sólo merece la entrada al Averno vil. Pero, ¿y si esa persona sólo buscaba saber más de un mundo que nunca lo mereció?

El mundo de las tinieblas llama a mi puerta,
después de una esperanza marchita, 
y aquel fuego sobrehumano,
sólo proviene de un traidor y a la vez un hermano,
que me llevará a las criaturas del Averno.

Que el diablo no se apiade de mí,
pues mi único pecado ha sido vivir la vida,
ser distinto a la sociedad que está perdida,
no tengo fé ni remordimientos. 
La libertad de pensamiento
tiene un costo,
que pongo de manifiesto.
en un verso muerto.

La cacería de los herejes fue reemplazada,
por la persecución de la sabiduría,
saber más es la misión de un alma condenada,
que sin saber todo lo perdería.
Pues, el amor no es para los que tienen más conocimientos,
sólo para los que el tiempo pase con un bailes lentos. 

Que el diablo no se apiade de mí,
pues mi condena está escrita en papel,
el pacto es una ley de la que no se puede escapar.
Ya no quiero volver a despertar,
ni volver a llorar,
ni voltear al cielo y la luna mirar. 

Versos del PurgatorioWhere stories live. Discover now