Capitulo 1

157K 5.5K 253
                                    

Para todos mi vida era perfecta; unos padres que me querían, era guapa y rica y todo lo que a mí se me antojaba lo tenía al segundo. Eso era lo que mi padre hacia ver a la gente que miraba desde fuera pero en realidad nada era como ellos pensaban; la casa era de terror, mis padres nunca me hablaban y si lo hacían era con desprecio, nunca mostraron amor o cariño hacia mi persona cuando estábamos en casa o cuando nadie se encontraba a nuestro alrededor, mi madre era la típica mujer rica que solo se preocupaba de lo que los demás dijeran, de tener amigas operadas hasta decir basta que no sabías ya si en sus cuerpos había algo que no hubiera sido retocado en un quirófano e irse de compras con sus amigas.
En cuanto a mi hermano Jake, era 4 años menor que yo y bueno, se podía decir que lo querían más que a mí, aunque fuera un bastardo. Mi padre había tenido un desliz con una de las empleadas del hogar y de ahí salió mi hermano, el cual no sabe nada de que nuestra madre en realidad es solo su madrastra. Es cómico y a la vez algo deprimente como ella trata mejor al hijo de la sirvienta que a su propia hija, porque cuando me entere de lo de mi hermano, rápidamente me hice unas pruebas con el ADN del pelo de mis dos progenitores y si eran ellos.
Y por último mi padre, empresario honrado y rico que "cuidaba" de su familia, y que era un borracho que cada noche cuando venía borracho y no tenía con quien descargar su ira, venía a mi cuarto y me golpeaba hasta que se cansaba o simplemente se quedaba dormido. Mis gritos nunca fueron callados más que por sus puños, nadie vino nunca a ayudarme, aun sabiendo que se escucharían en la habitación de mis padres en la que mi madre se encontraba o en la habitación de Jake.
Sabía que no vendrían a mi ayuda porque la primera vez que lo hizo hace 3 años, cuando mi hermano vino en mi ayuda mientras mi madre se nos quedaba mirando, mi padre ya le dijo que si querían seguir intactos que se mantuvieran al margen, y eso era lo que hacían.
Cada noche pataleaba, me intentaba defender de sus grandes puños que amenazaban con dejarme enormes cardenales en mi cuerpo, le daba igual que me dejaran marca y que estuviera a la vista de todos, el solo montaba la farsa de que mi novio, el cual no tenia, me pegaba, que nos habían intentado separar pero que yo estaba locamente enamorada de él, pero que me mantenían en casa para así poder protegerme de él. Puro cuento que se montaban, y mi hermano y mi madre como títeres en un teatro le seguían a todo lo que él decía.
Había perdido a todos mis amigos porque cuando les dije que me pasaba nadie me dio su apoyo y creyeron ciegamente lo que mi madre les conto del novio, y menos mal que no se lo dijeron a mi padre porque si no estaba segura de que me mataba de la paliza que me daría.
Asique decidí que no quería aguantar esto por mas, era mi vida, perdería a la que se consideraba mi familia, sí, pero eso no me daba nada de pena, sino aun me daban más ganas de largarme de aquel sitio que todos llamaban hogar.
Cogí todas mis tarjetas de crédito en las que tenía dinero suficiente como para subsistir durante una larga temporada, una mochila con ropa y cosas de valor sentimental y después de que mi padre llegara a casa feliz después de haber cerrado un trato importante y se fuera a su habitación ni siquiera molestándose en hacer el espectáculo de cada noche, me fui sigilosamente de allí y me fui a un cajero para traspasar todo mi dinero de todas las tarjetas que mis padres me dieron a una que tenía yo personal y que obviamente ellos no tenían idea ni que existía.

Eran pasadas las 3 de la mañana y aún estaba en la calle buscando un sitio donde quedarme a dormir, pero la casa donde vivía resultaba estar más lejos de la civilización de lo que yo pensaba, haber estado usando coche y moto toda mi vida prácticamente había hecho que no me diera cuenta de lo lejos quetodo se encontraba.
Pensé que tendría que haberme llevado la moto conmigo, así hubiera llegado al centro antes y hubiera encontrado algo donde dormir antes de que mis parpados se cerraran, cosa que pasaría en no mucho tiempo.
Las horas pasaban y yo seguía andando como idiota porque no se me había ocurrido coger la estúpida moto o pedir un maldito taxi, pero mi mente solo pensaba en irse, alejarme de todos los que me rodeaban.
Yo seguía andando aunque mis piernas ya no respondían y mis pies gritaban que parase en algún lado o me sentara a descansar pero sabía que si lo hacía, mis ojos cerrarían y estaba aterrada de que algo me pudiera pasar o de que alguien robara mi mochila con la poca ropa que había cogido y las tarjetas, eso sería mi fin y tendría que volver con el rabo entre las piernas a la casa que tantas pesadillas me producía.

Pase un día entero recorriendo la ciudad, pero al menos tenía dinero para comprar algo de comida y bebidas que me mantenían despierta y atenta a lo que pasaba a mi alrededor porque estaba sola y esa parte de la ciudad no me daba buena espina y yo me veía como un caramelo en una fiesta de niños que estaban dispuestos a todo por mí. Notaba miradas en todas las esquinas de hombres no muy agradables y con muy mala pinta, sus ojos se clavaban en mí a cada paso que daba.

El miedo se adueñó de mi e intente acelerar mi paso para salir de allí lo más rápido posible pero mis piernas no me lo permitían, necesitaban un descanso urgente después de estar todo el día andando y huyendo de mi casa, de mi familia, de todo lo que había fingido ser hasta aquel día cuando note que un trapo me tapo la boca y la visión se me empezó a nublar antes de poder defenderme. Cuando me di cuenta, mis ojos se cerraron, mi cuerpo no reaccionaba, y notaba como si alguien me cogiera en brazos y me metiera en un coche, oía voces de hombres riéndose y hablando de alguien pero no preste atención porque de repente todo en mi dejo de funcionar y me metí en un largo sueño en el que solo veía negro a mi alrededor y no sentía nada ni oía las voces que antes escuche.

Casada con la mafiaWhere stories live. Discover now