Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
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Probablemente el Jardín de las Almas no era exactamente lo que Thalía había esperado encontrarse una vez que abandonase el plano físico, pero era un panorama familiar, conocido y casi hogareño.
— El momento se está acercando, — dijo Aiden, colocándose a su lado, — puedo sentirlo en...en mis huesos, sí eso es posible. — añadió, palpándose el cuerpo, mientras sonreía de lado. Thalía esbozó también media sonrisa, apoyando su cabeza contra el hombro de su hermano mientras ambos entrelazaban sus manos.
— Parece que hemos estado aquí por una eternidad. — murmuró, observando el agua que corría a pocos metros de ellos; era una típica tarde de verano en el Jardín.
— Una eternidad es lo que me depara a mí y al resto de las almas aquí recolectadas. —
Thalía se volvió hacía él y por un instante se vio inmersa en una sensación de culpa; no le parecía justo que ella tuviese la oportunidad de volver al plano físico, cuando había otros tantos que aún permanecerían allí, atrapados indefinidamente.
— Antes que se te ocurra decirlo en voz alta, — expresó Aiden, llevándose las manos a los bolsillos y meciéndose suavemente sobre la punta de sus pies, — sí, sacrificaría mi oportunidad de volver sí con eso consigo que tú salves a Hope y tú familia. —
— Nuestra familia, — enfatizó ella, sacudiendo la cabeza, — No puedo evitar pensar en Ethan... él...ustedes jamás pasaron tanto tiempo separados. —
Aiden sonrió ampliamente, suspirando.
— El viejo Ethan ya está mayorcito como para cuidarse sólo, ¿no lo crees? — inquirió, — y aunque me duela... es lo que el destino ha deparado para nosotros, Lía. —
Pero Thalía seguía negada en creer eso; el destino siempre había jugado en su contra, probablemente desde el momento de su concepción. Nunca había sido un aliado confiable, pero aun así muchos creían en que Él pudiese solucionar lo que la magia o los medios convencionales no podían.
— Recuerdas lo que tienes que hacer apenas regreses, ¿verdad? — preguntó Aiden trayéndola nuevamente a la realidad.
— Madre dijo que sabría identificar al Hollow una vez que despertase. — murmuró frunciendo el ceño, recordando la última vez que se había enfrentado al Hollow y lo mal que había salido.
— Recuerda que fue el Hollow quién creó a las manadas de lobos más importantes, — explicó su hermano, colocando ambas manos sobre sus hombros, — y aunque te hayan quitado la marca distintiva tú eres una Labonair, la hija prodiga que todos anhelaron por años. Está en tus manos detenerla y hacer que nuestra familia esté a salvo. —
