Legado hasta la última pelea
Legado hasta el último enemigo
Legado hasta la última hora
Legado hasta la última bala
Legado hasta el último aliento
Legado hasta la última Esperanza ⚜️
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⚜️.⚜️.⚜️.⚜️
Era una de esas tantas veces en dónde soñaba con ella, lo había hecho desde el momento en que la había conocido y cada día que pasaba anhelaba pasar su vida a su lado.
Pero Mikael no lo permitiría. No.
Su padre lo aborrecía y él no entendía el motivo de porque tanto odio. Solo sabía que, de ser posible, Mikael sería feliz si él abandonaba su familia. Y en más de una ocasión, se vio tentado de hacerlo, pero ¿a dónde iría?
Algo similar ocurría con ella; su familia no llegaba a aborrecerla, pero era como si realmente la ignorasen. Todos le pasaban por encima, pero ella seguía firme su lado sirviéndoles en todo lo que podía.
— A menos que estés pensando en desposarla, — la voz de Ayanna lo arrancó de sus pensamientos. La bruja de la aldea se había materializado a su lado en silencio como siempre solía hacer, dándole un susto de muerte; pensó por un momento que se trataba de Mikael. No quería ni pensar que haría su padre si lo descubriese escaqueando en sus labores, — te aconsejo que dejes de mirarla. —
— Está comprometida con mi hermano, — replicó mientras furiosamente tironeaba de la red para atraer a la orilla la pesca del día, — está lejos de mi alcance. —
La risa de Thalía voló con el viento mientras junto a otras muchachas de la aldea recogían los frutos de los huertos; eran los últimos días cálidos de la primavera. Unas semanas más y el frío finalmente se instalaría en la aldea con duras y oscuras noches, nieve e infernales vendavales. Eran los últimos días para recoger y almacenar toda la comida posible antes de que el invierno llegase a tocar sus puertas.
— Un dilema romántico, — suspiró la bruja, — qué trágico. —
Klaus se reincorporó molesto, lanzando la estúpida red en la orilla del río; se había atorado con alguna roca del lecho y la mayoría de los peces se habían escurrido de nuevo hacia la libertad.
— Sí, no hace falta que me lo recuerdes, — bufó sacando un cuchillo de su cinturón e internándose aún más río, de modo que el agua fría le llegaba a la altura de la cintura. El fondo estaba repleto de picudas rocas, un paso en falso y terminaría hundiéndose hasta la nariz, y probablemente herido.
