II. La profecía.

356 63 125
                                    

25 de marzo de 1883

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

25 de marzo de 1883.

        La primera vez que Sybill Trelawney les contó lo que sus visiones decían, el rey no estaba demasiado seguro de creer aquello en lo que tanto insistía.

Percival Dumbledore había ascendido al trono de Inglaterra a la edad de veintitrés años, luego de que su padre muriera a causa de una extraña enfermedad.
Muchos en el reino insinuaban que lo habían asesinado, pero su hijo sabía que eso no era posible.
El pueblo se tomó un gran momento de luto hacia el antiguo rey; fue cuestión de 8 meses, cuando por fin, la coronación se llevó a cabo.

Había sido ese día, en el banquete después de la coronación, donde su corazón quedó flechado por el encanto de una joven mujer que ofrecía platillos a los presentes.
Era la primera vez que la veía, Percival lo recuerda tan bien. Desde ese momento, le fue inevitable sacar de su cabeza el encanto y la belleza que la mujer poseía.

Ella tenía ese algo que tanto quería.

Pero no todo podía ser tan perfecto. A la edad de veinticuatro años, había sido comprometido con la princesa de Gales: Joanne Hawkins, una mujer tan sólo dos años menor que él, de sangre real, e hija de un anciano rey que ya brindaba muy poca ayuda a su propio pueblo.
Todo en su interior le pedía negarse a aquel compromiso, pero necesitaban realizar aquella unión, de ese modo, lograrían firmar una unión entre ambos reinos.

Percival creyó que no lo necesitarían... pero ambos territorios lo requerían o sus habitantes se verían completamente afectados por las pérdidas de recursos.

Todavía recuerda el rostro de Kendra cuando le contó acerca del compromiso: sus ojos oscuros lo miraban con firmeza. Él temía que fuera a tomarlo mal, pero ella lo había aceptado.

—Te amo —le había dicho, entrelazando sus manos con fuerza—. Y sabes que siempre voy a estar contigo.

Después lo besó, lo recuerda muy bien.

Percival también la amaba, locamente, como nunca lo había hecho.
Mientras el pueblo celebraba su unión, él se escabullía hasta los lugares del castillo donde nadie podría llegar jamás. Ahí encontraba a Kendra, tan hermosa como siempre.

Su amor se mantuvo en secreto por cinco años, cinco largos años donde los pobres enamorados sólo podían quererse en silencio, cuando nadie más podía observarlos.

Los rumores por parte de los sirvientes y habitantes del pueblo iban y venían, junto con la desesperación de Joanne por tener un heredero que pudiese tomar el trono cuando llegara el momento. No podía permitir que el linaje real se perdiera. Sin embargo, parecía ser que la buena suerte no estaba tanto de su lado.

Ella esperaba un encuentro amoroso con su esposo, mientras él parecía negarse, huyendo como el viento hasta aquel lugar oculto, entre sombras y pasadizos secretos donde la verdadera mujer que amaba le esperaba.
Desde su matrimonio, las cosas habían sido así a lo largo de cuatro años; hasta que, cuando el hombre estaba a punto de cumplir veintiocho años, Kendra le dio la noticia de que estaba esperando un hijo de él.

𝗘𝗙𝗜́𝗠𝗘𝗥𝗢 | grindeldore.Where stories live. Discover now