v e i n t i s i e t e

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     Elizabeth y yo viajamos a Chicago, como Paul había recomendado. Como Kleo y Jayden ya se habían mudado y estaban dedicándose a arreglar sus negocios para inaugurarlos cuanto antes, pudimos ver el apartamento donde viviría. 

     No era demasiado grande, pero tampoco era pequeño. La cocina se encontraba a la izquierda de la entrada y la sala de estar a la derecha. Frente, había un pasillo y tres puertas. Dos habitaciones del mismo tamaño y un baño en el medio. Mi cuarto sería el de la derecha.     Tenía un clóset más grande lo que esperé y espacio suficiente. También había una gran ventana justo frente a la puerta.

     Le dije a Elizabeth que podía llevarme los muebles de casa así no debían comprar nuevos, pero se negó rotundamente. Me dijo que si hacía eso, entonces cuando fuera no tendría donde dormir. Que ahora que habité esa habitación, siempre sería mía. Aunque me incomodaba tener que comprar muebles nuevos, también me sentí aliviada de que aquel lugar permaneciera como ella lo había preparado.

     Sin embargo, me terminé sintiendo más entusiasmada por mi habitación en este apartamento, en la ciudad de Chicago. No porque estuviera lejos, sino porque ahora podría ser parte de su preparación. Nunca antes había tenido la oportunidad de decorar una habitación. Me entusiasmaba.

     A Elizabeth le sorprendió que quisiera participar tanto, pero como ya no me quejé de no comprar más cosas, se veía feliz de que participara en elegir muebles y demás cosas para el apartamento con ella. Fuimos solo tres días, pero nos la pasamos recorriendo la zona de Chicago en la que viviría y comprando cosas.

     Al volver, Tay dijo que quería escuchar todo sobre el viaje, por lo que vendría a casa después de pasar por su casa al salir de la escuela. Mientras hacía tiempo en mi habitación esperando que llegara, me puse a ordenar mi mesa de noche, la cual había quedado hecha un desastres desde que estaba por preparándome para el examen SAT y no sabía más que estudiar.

     Lo que me llevó a cruzarme con el álbum de fotos que contenía fotografías de mi infancia. Me detuve al encontrarlo, pues olvidé que lo tenía. Pensé en alguna vez mostrárselo a mi familia, ya que tenían curiosidad en saber cómo era yo de pequeña, pero no quería. No todavía.

     Me acerqué al escritorio. Me senté en la silla y apoyé el álbum para abrirlo. La primera foto ya razón suficiente para no mostrarlo, porque Gary, Lucia y Aspen Dalton se encontraban en ella. Se suponía que era una foto familiar, pero yo era la única que se veía feliz. Estaba sentada sobre el regazo de Lucia, sonriendo y mostrando mis dientes, pero ella se veía lúgubre y Gary... pues, se notaba a simple vista que era un mal tipo. O quizás era yo, no era capaz de percibirlo de otra manera.

     En esa imagen era posible que Lucia ya estuviera embarazada de Antonio, aunque no se le notaba. Solo otras cuatro fotos existían de nosotros tres juntos, y las previas iban en decadencia, demostrando que Gary se veía cada vez más normal en cada una de ellas. Había más fotos familiares, pero esas estaban en el otro álbum, porque yo no aparecía en ninguna de ellas. Esas las me las robé de la casa de los Dalton. Estas... Este había sido un regalo de cumpleaños por parte de Lucia. 

     Era obvio, en parte, porque el resto de las fotos eran todas de nosotras dos o de mí. En todas me veía feliz y relajada, a veces desinteresada con algo que estaba haciendo, pero casi siempre sonreía. Siempre me había gustado el hecho de que hubiera fotografiás de mí en este álbum, como demostrando que le gustaba fotografiarme. Lo que me fastidiaba ahora, sin embargo, era el hecho de que se detuvieran luego de mis cinco años. No tomó más fotografías ni me dio más que regalos de cumpleaños. Como fuera el único día en el que merecía una pizca de su atención.

     Me detuve una fotografía de ella y yo que alguien más nos había sacado, no recordaba quién. Ella estaba en cuclillas conmigo entre sus piernas, y me rodeaba con sus brazos. Ambas sonreíamos. Lucia se veía muy hermosa. Se podía apreciar la faceta bicolor de sus ojos. Habían sido azules, casi completamente, salvo por unas vetas verdes. Usualmente se habían visto solo azules o solo verdes, pero había momentos, como en esta fotografía, en que se podían vislumbrar ambos. Su cabello era similar al de Tay, largo y ondulado, pero de un marrón más oscuro y más despeinado.

Pétalos caídos (P#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora