Capítulo once: El mortífago enfermo de amor

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Ginny trató de sonreír, sus amigos le miraban y ella no supo qué decir, cómo les explicaba que el hombre con el que se había casado, prefirió ir por un amigo que estar con su esposa.

     —Harry vendrá con Malfoy —dijo respondiendo a la pregunta no hecha.

Ron y Hermione se miraron claramente notando el estado de humor de la joven pelirroja. Otros como Luna parecían más interesados en la decoración del lugar que en la tardanza de su amigo.

Cuando la noche avanzó, ella se quedó sentada en la mesa, viendo las parejas bailar, tomando copa tras copa, rápidamente el licor entró en su sistema. Hermione trata de evitar que se fuera, pero Ginny no planea detenerse ahora, Harry llega tarde, debería haber sido el primero en estar en el bar.

Llega a la mansión y es recibida por dos Kreacher, trata de calmarse, el licor muggle que bebió le deja los sentidos embobados, se sienta en la cocina porque el elfo le sirvió una taza de algo amargo que le haría sentir mejor.

Tal vez fue su estado de embriaguez que no notó muchas cosas en su marido, su respiración agitada, sus mejillas rojas, la forma en que tenía los ojos vidriosos y que el olor a sexo seguía sobre su piel.

Ella, cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que se había dormido, se levantó del sillón, completamente avergonzada de estar en ese estado y caminó hasta la cocina.

Harry y Malfoy estaban en silencio, el Slytherin fue el primero en notarla, se giró solo lo suficiente para darle un leve saludo y luego la ignoró cuando ella se acercó, al fin mostraba su verdadera naturaleza.

Era un maldito déspota.

El pelinegro no parecía de mejor humor que el mortífago, ella apretó los labios, todo estaba raro. Como si fuera el sobrante entre ellos, una incomodidad palpable en el ambiente, dio un suspiro cansado.

     —Ginny ¿no sería mejor regresar a casa? Pareces cansada. —Ella le miró de inmediato, Harry le observaba preocupado.

Eso no pasaría, había planeado esta salida hace mucho tiempo y no tenía ninguna intención de arruinar su gran noche de diversión con su marido.

     —Nos vamos, los chicos deben estar preocupados por haberse quedado solos. —Harry asintió y miró a Malfoy que seguía en silencio, ella observó su ropa, llevaba un abrigo gris largo, con una camisa negra y unos pantalones ajustados.

Se veía bien, Ginny tuvo problemas al verlo, sabía que era hombre, pero si alguien lo mirara no podría definir su sexo, la ropa era claramente de chico.

Sin embargo, su rostro, la delgadez de su cuello elegante, su mirada coqueta de largas pestañas y su piel blanca, al igual que el cabello rubio brillante, tenía que aceptar a regañadientes.

Que era un hombre hermoso.

***

Draco dejó escapar un suspiro, siempre tan oportuna la comadreja esa, casi había logrado que Harry cediera a sus verdaderos deseos, aunque originalmente no era ese el plan, no sabía que las letras mágicas cambian de lugar.

Por Merlín, lo había tocado entero, Harry metió su dedo dentro ¡por Salazar Slytherin! Potter estaba durísimo mientras lo hacía, su mirada sobre su cuerpo, la forma en que frotaba su interior, si lograba eso con uno de sus dedos, qué pasaría si él... era mejor detener ese hilo de pensamiento.

¡Qué vergüenza! Fantaseando como un quinceañero, necesitaba calmarse, pero ¿qué tan lejos hubieran llegado si no los hubiese interrumpido? Únicamente el Gryffindor lo sabía.

Seducción indirectaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ