Capítulo 24

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Fortuito

Maximiliano

Oregón, Estados Unidos.

— ¿Némesis se ha comunicado contigo? —Pregunta Edwards.

De estar en una empalagosa conversación, pasamos a un ambiente tenso.

—No, te he dicho que después de la boda no supe nada más de ella. —Miento— ¿Por qué tanto afán en querer saber sobre lo que pasa en mi vida?

Edwards tiene un intelecto muy bueno, él tiene que saber algo. Hace una semana comenzó a afanar con el tema de Némesis y decirme indirectamente si anduve viéndome con ella.

—Bruder, seamos sinceros —Trata de convencerme— ¿Dónde se quedó la confianza? Se que te estuviste follando a Némesis durante el tiempo que estuvimos en Pensilvania y Hawái.

—No sé de qué hablas.

— ¿Crees que no sé que Némesis se colaba casi todas las noches a tu dormitorio? —Algo debió de ver— Fueron bastantes noches que no pude dormir por ustedes. Te la follabas, no mientas. —Coge una manzana de la canasta para después llevársela a la boca. 

Creo que sí sabe demasiado.

—Edwards creo que estamos a mano, yo no fui quien se folló a Renata.

—Es historia pasada, estamos hablando del presente.

—Las personas perfectas no existen, así que no pretendas ser una. —Ladea una sonrisa arrogante— Tú te follaste a Renata y yo no dije nada, yo follé a Némesis y tú harás lo mismo.

Me enteré por casualidad del romance de ellos dos. Los hallé follando en el sofá del despacho.

—Sí que sabes solucionar las cosas. —Se recuesta en la esquina de la encimera— ¿Sabes o no sabes de ella? —Dice agravando la voz.

—No, Edwards. Hace unas semanas perdí comunicación con ella, pero sé más o menos a cuáles lugares ha estado frecuentando, ya estoy en eso. —Espero que Fabio me tenga toda la información lo antes posible o soy capaz de viajar hasta Rusia y saber que carajos pasa con ella— ¿Por qué la pregunta?

—No es por nada, o posiblemente quisiera saber cómo está mi cuñada —Toma una botella de whisky y se empina dos tragos de ella.

—No somos nada. —Doy un paso adelante encarándolo— Deja de suponer cosas que no son.

—Tranquila fiera, sólo fue un pensamiento desacertado.

Vuelvo a mi sitio. Le arrebato la botella de la mano y me empino unos buenos tragos.

Muchas veces Edwards habla cosas que no debería. Él y yo teníamos mucho tiempo que no nos sentábamos a hablar como en los viejos tiempos; ahora él tiene sus asuntos personales y yo los míos, carecemos de tiempo.

— ¿Qué sucedió entre tú y Mallory? —Pregunta él— Los he notado un poco indiferentes.

—No pasa nada, —Ella me rogó que no le dijera nada a Tyler sobre su romance con Humberto— es que cada uno anda en sus asuntos.

Humberto está metido en muchos asuntos turbios y no quiero que ella salga salpicada de toda esa mierda. Al hackear el portátil de él descubrí muchas cosas.

Me he dado cuenta que Humberto está empeñado en saber quién le disparó en el muelle.

— ¡Buenas noches! —Saluda la ama de llaves— El señor Tyler solicita la presencia de ambos en el despacho.

Algo debe de estar tramando.

—Vamos en seguida —Responde Edwards.

—Bien —Asiente.

Némesis InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora