Sólo Atracción (ESTRENO)

« Capítulo 2 »

Cuando estaba frente a él, tomando de su mano mientras que sus ojos conectaban con los míos era diferente, porque simplemente aparentaba no debilitarme y caer. Y ahora que me han asendido para ser su tutora, es como si el destino quisiera que mi existencia deje de presenciarse en la faz de la tierra.

─¿Es broma? ─Parpadeo perpleja─. ¿Dónde están las cámaras escondidas?
─giro mi cuello para todas las direcciones posibles buscando que alguien salga de donde sea y me diga que es una broma, y que mi reacción será subida a un programa de televisión donde todos la verán. ¿Podría llegar ser famosa por eso?

─¡Señorita Datch! ─me sobresalto ante el otro grito del profesor saliendo así de mis pensamientos.

─Disculpe ─suelto una risita nerviosa, el profesor asiente mientras se pasa la mano por su cabello perfectamente peinado.

¿Dónde compra su fijador? ¿Usará fijador o gel? Quiero el tip.

¡Concéntrate Ágata! Gritó mi subconsciente.

─Bueno ─de nuevo volvió a intervenir el profesor en mis pensamientos─ como le iba diciendo, quería que usted fuera tutora de Christopher Vélez ─No, no era broma─ ¿Qué dice?

Digo, que debes de dejar las drogas, no son buenas hijo. Se equivocó de chica para asesorar. Otra vez mi subconsciente se hizo presente.

─N-no lo sé profesor ─respondí en un tartamudeo sin siquiera pensarlo.

Lo que siento ahora son náuseas de ansiedad y nervios, ¿por qué ese hombre me hace sentir así? ¿Por qué desde que hizo sus chistes de mal gusto y lo llevaron a suspensión el primer día de clases? O... ¿Por qué él? Siento todo aquello mencionado combinado con varias sensaciones sobre mi estómago solo de pensarlo a él y que podría tener contacto e intercambiar palabra por segunda vez.

─¿Por qué no? ¿Hay algún problema entre usted y el señor Vélez? ¿Algo qué decir, señorita? ─cuestionó con insistencia. ¡Piensa rápido, Ágata!

─No, bueno si... o no ─suspire. Debo calmarme, me dije a mí misma en mi mente─. Lo que pasa es que nosotros nunca hemos tenido una buena relación ─él profesor me mira y una sonrisa ladeada se forma en sus labios.

¿Se la creyó?

─Con mayor razón aún usted debe ser su tutora. Así forman ese vínculo que no han formado en estos años.

Mierda. Al menos lo intenté, ¿no?

Vale, Dios, si estás ahí, manifiestate haciendo que la tierra me trague y me escupa en París. Gracias.

─Profesor, no creo que yo ─me calló en seco al percibir una aroma a loción que conozco a la perfección.

¡Joder! ¡Tierra, no veo que me empieces a extraer!

─¿Me mandó a llamar, profesor? ─su voz gruesa y su tono frío me hace asegurarme que es él.

Lo que sentía hace unos minutos ahora está revuelto haciéndome sentir algo mareada. No quiero vomitar, no quiero vomitar.

─Sí, señor Vélez. Venga, acérquese ─aprieto mis puños a mis costados, sus zapatos resuenan en la valdosa del salón con cada paso que da.

Trato de controlarme. Trato...

─Y me dirá que hago aquí? ─su aliento choca con mi oído estremeciéndome mas de lo que ya estoy.

Joder, ¡¿enserio se puso atrás mío?! ¿Será que me reconoció? ¡Suspiro mental, suspiro mental!

─Más respeto, señor Vélez ─el profesor aprieta un poco la mandíbula y casi puedo ver cómo rueda los ojos─. Yendo al punto, le quería decir que ya tengo a la persona correcta para que sea su tutora.