Capítulo 01

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Al parecer, estaba vivo.

Luego de despertar otra vez, un montón de personas entraban y salían de su cuarto para preguntar cosas, manipular su cuerpo y darle indicaciones.

No recordaba nada, pero estaba seguro que ese debía ser uno de los días mas exhaustivos de su vida.

Bastante jodido, para no haber movido un sólo dedo.

Tenía mucha hambre. Incluso le dolía el estómago. Sentía la boca seca, la garganta le quemaba, sus músculos estaban tensos como roca y le escocían los ojos.

Al menos ya le habían sacado la mayoría de las mangueras del cuerpo. Y, por alguna razón, olía rico. Su piel olía a flores. Excepto por su cara, que se sentía árida, y sentía la necesidad imperativa de levantarse a cepillarse los dientes.

– Uno más, señor – indicó una chica menuda mientras le pinchaba el brazo con una aguja descomunal – ¿duele? –

Como pudo, negó con la cabeza.

En ese punto, desearía que sí doliera. Habría sido fascinante sentir algo en el cuerpo.

¿Así era su vida? ¿Era solamente un cuerpo sin utilidad? ¿Un pedazo de carne que no podía moverse? ¿No era capaz de hacerlo por sí mismo?

Para como se veían las cosas, parecía que no. Él estaba paralítico.

Ya estaba temiendo lo peor.

Pero ¿entonces qué? Si no podía moverse ¿iba alguien a encargarse de él? ¿A alguien le importaba una mierda? Pensaba que no. No había ningún rostro conocido alrededor.

Bufó mentalmente. Como si conociera algo. No recordaba nada.

¿Cómo había llegado ahí en primer lugar?

¿Quién mierda era él?

No sabía ni su nombre. Carajo, hasta ahora, lo único que sabía era que, aparentemente, era un pendejo malhumorado y temperamental.

Que puta basura.

La conmoción de afuera lo distrajo. Voces muy altas discutiendo acaloradas se acercaban cada vez más.

– Señor, por favor deténgase. No puede pasar –

– Esto es ridículo, ¿cómo que no puedo verlo? – se escuchó justo fuera la puerta – ¡es mi hijo! –

– Déjenlo pasar – indicó un tercero con la voz más calmada que los otros dos.

– Doctor Jung... –

– Déjalo pasar. Éste hombre ha esperado por la reacción de su único hijo por meses –

Luego de segundos en silencio, un hombre alto y de hombros anchos abrió la puerta de golpe.

Se congeló cuando encontró la mirada con la de él, que abrió los ojos como plato.

"Yo te conozco" quería decir "¡te conozco!" "¡Te recuerdo!" 

No estaba seguro de hacerlo, pero su cara le parecía familiar. Por fin, algo además del dolor punzante le parecía familiar.

Mierda.

¡¿Por qué no podía hablar?!

No, no, no, no.

Frustrado y sintiéndose profundamente impotente, comenzó a llorar con desesperación.

El otro hombre pareció reaccionar en respuesta y se acercó a él a toda prisa.

– No llores, mi amor – lo abrazó con cuidado – ya estoy aquí, bebé. Papá está aquí. Papá vino a cuidarte –

Pero no pudo dejar de llorar.

Después de todo, él sí tenía a alguien. Le importaba a alguien.

No pudo dejar de llorar.

Papá estaba ahí.

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