Capítulo 9

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Rubí sabía que la había cagado cuando se vio sola en medio del pasillo del colegio. Tenía el corazón acelerado por la impresión de lo sucedido y por los dos tramos que acababa de correr sin detenerse.

No podía creer lo que había hecho.

¿En qué estaba pensando?

¿Cómo se le ocurre salir corriendo así, como una loca?

Tenía muchas ganas de llorar y por las venas le corría una culpa insostenible. De todas las reacciones que podría haber tenido, justo se le ocurrió la peor.

Todo lo que recordaba era haber estado en ese minúsculo baño con Maca a tan poca distancia que le fue imposible detener su impulso de besarla. No lo pensó, no razonó las consecuencias al momento de unir sus labios, simplemente lo deseó como venía haciéndolo desde hace meses.

¿Cuántas veces después del beso en la bodega se imaginó besándola de esta manera? ¿Cuántas veces no le miró los labios a Maca mientras hablaba? ¿Cuántas veces se tuvo que apartar porque las cosas se ponían incómodas?

La respuesta era: una infinidad de veces.

No pudo parar de besarla ni permitirse respirar y mucho menos alejarse al momento que Maca agarró su cintura. Aquello la impulsó a continuar el beso con la misma fuerza e intensidad que los latidos de su corazón golpeando su pecho.

Y luego todo se fue a la mierda.

La dejó allí, pegada a la pared del baño y el corazón en la garganta.

La dejó sola.

—¿Qué hice? —jadeó, llevándose una mano a la frente y dándose la vuelta— Ay, Maca.

Quiso volver corriendo a buscarla, pero la voz autoritaria de la inspectora arruinó todos sus planes.

—Cárdenas. —la vio de reojo con los brazos cruzados sobre el pecho— ¿Qué hace paseándose por los pasillos?

Rubí dejó caer sus hombros, rendida a cualquier intento de escape.

—Ya pues, dígame. ¿Qué hace paseándose en horario de clases? —continuó impaciente, echando un vistazo a su reloj— Hace media hora que sonó el timbre.

Rubí se llevó una mano a la oreja y tironeó de ella con inquietud.

—Estaba en el baño. —explicó.

—¿El de los camarines? —inquirió, pensativa— ¿No encontró un baño más cerca?

—Era el más cerca que tenía. —contestó, pensando en una mentira piadosa— Me sentía mal del estómago.

—Se sentía mal del estómago. —repitió la mujer, dudando de su veracidad— ¿Estabas sola?

Iba a responder que sí para no meter a Maca en problemas, pero su plan falló cuando vio a Maca aparecer repentinamente ante ellas. Distinguió su reflejo a través de los ventanales y su corazón volvió a acelerarse con su cercanía.

La mujer miró a ambas de forma alterna.

—Qué coincidencia, las amigas juntas.

Cuando Maca se detuvo al lado de Rubí, a esta última le temblaron las piernas. Intercambiaron escasas miradas nerviosas de camino a la oficina, sin dirigirse la palabra en ningún momento.

Ahora Rubí se sentía doblemente culpable: por salir corriendo del beso y porque si no lo hubiese hecho, no las habrían pillado.

La inspectora pidió que se sentaran frente al escritorio y comenzó a aplicar el típico interrogatorio para sacar mentira y verdad. Ambas respondieron cada pregunta y sin haberlo ensayado antes, dijeron cosas muy similares.

Quédate conmigo - RubirenaWhere stories live. Discover now