Capítulo 32. Somos.

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SOMOS.

"Somos ojos pardos y pupilas dilatadas.

Somos cicatrices con iniciales grabadas"

(Somos - Xenon ft. Babi)

Abrí los ojos con pereza, y fruncí el ceño de mala gana cuando un par de rayos de luz me dieron justo en la cara.

Estúpido sol. ¿No tenía algo más importante que hacer?

Quise taparme los ojos con la mano, sin embargo, apenas hice el intento de moverme sentí como unos dedos me la aprisionaban contra el colchón.

—No te muevas —masculló Eiden.

Fruncí el ceño y giré mi cabeza, observándolo, a mi lado.

—¿Qué haces? —le cuestioné.

—Dibujo.

—¿En mi brazo? —enarqué una ceja.

—Sí —asintió, levemente sin siquiera tomarse la molestia de verme—. Y cállate, que me desconcentras.

Puse mala cara.

—Oye, no me calles.

—Shh.

—Per....

—Shhh.

—Pero....

Abrí los ojos de la sorpresa cuando sin siquiera poder detenerlo, me tomó de la nuca y me acercó a él, estampando sus labios contra los míos. Lo sentí sonreír contra mi boca al notar como me quedaba medio perpleja por su acción, y casi al instante comenzó a mover sus labios entre los míos.

Mmm, vale.

Coloqué una mano en su mejilla, y justo cuando estaba dispuesta a seguirle el ritmo se separó de mí con una sonrisa victoriosa. Le puse mala cara.

—Shhh —sonrió.

Rodeé los ojos, y me giré para quedar de costado y poder verlo.

Estaba suspendido sobre sus antebrazos y con una mano tenía sostenido mi brazo sobre el colchón. Me quedé un ratito viendo su rostro, por la cara que tenía se veía muy concentrado. Hundía las cejas en su frente ladeando la cabeza cada cierto tiempo y de repente sonreía.

—¿Y qué dibujas? —le inquirí, pasando mi mano libre por su cabello.

—Algo.

Sonreí, negando, e intenté alzar mi cabeza para ver lo que estaba haciendo. Uh, solté un quejido cuando alzó su mano y la colocó en mi frente, alejándome.

—No seas entrometida.

—¿Entrometida? ¡Estás dibujando en mi brazo!

—Pero es mi dibujo...

—Me vale.

Rodeé los ojos e intenté volver a husmear en lo que hacía. Arrugué la nariz cuando me volvió a empujar.

—No te muevas.

—Solo quiero ver —me quejé.

—Ya casi acabo. No seas tan desesperada.

—Y como sé que no me estás dibujando un pene.

Eiden se giró hacia mí con los ojos bien abiertos.

—Me preocupa que eso fue lo primero que se te vino a la mente.

—He visto los suficientes penes dibujados en banquetas de la escuela, para saber qué es lo único que saben dibujar los chicos.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora