Capítulo 29: Una condena

242 44 61
                                    

—¿Por qué no me sorprende?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué no me sorprende?

Park Jimin, claro que ese hombre entraría en escena, el Llavaracar había jugado bien sus piezas, saco un as bajo la manga sin que nadie lo notara, por un momento creí que Jungkook había tenido que ver con toda la escena, pero incluso alguien que se jactaba de ser un titiritero podía ser controlado por alguien más.

Todos éramos piezas de su juego.

El Llavaracar Jin no quiere solo la gloría y el trono, ese lo tiene asegurado, pero hay algo más en su mirada que no había notado, algo más oscuro, un deseo que no puede obtener con facilidad. Creía tener una idea, pero no podría estar seguro.

—¿Vas a dejar de mirarlo fijamente?

Yoongi no me miro ni un segundo, concentrado en lanzar las dagas en contra del objetivo, su tiro fue limpio y perfecto, amaba sus dagas.

—¿Crees que estoy enamorado? —jugué con la daga en mi mano—. Tal vez acepte ir a los jardines más tarde.

—¿Y entonces? Rasgaras su cuello con la daga.

—Las dagas no son mi estilo —lance la que tenía en mi mano, cayendo al lado de la de Yoongi—. Aunque empiezo a ver porque las mujeres salen corriendo de tu lado. ¿Te gusta cortarlas?

—Ellas lo disfrutan más.

Le creía, pero no me gustaba discutir acerca de los gustos y preferencias de mi amigo en la cama. Prefería que nos concentráramos en el nuevo visitante y adquisición que el Raja decidió soltar en mitad del peligro.

—¿Has conseguido algo de información?

—Yohan ha estado por los alrededores —Yoongi murmuro—. Aun no consigue nada, lleva siguiendo al padre de Jungkook durante noches, pero no hace nada sorprendente.

—Sospecha.

—No es idiota, después de lo sucedido, es obvio que esta pisando con pies precavidos ¿Por qué mandas al niño? Sería más rápido si Hoseok se encargara del asunto.

—Me gusta donde esta —señale con la barbilla al mencionado—. Yohan necesita entrenamiento ¿Qué mejor que arriesgando su vida?

—La Llavaraci parece tenerle cariño, si algo le sucede no estará feliz.

—¿Desde cuando te preocupa como se siente?

—No lo hace —lanzo otra daga—. Pero es demasiado impulsiva, no hay mejor ejemplo que lo que lleva colgado en su cuello —esta vez si me miro—. Podría arruinar cualquier cosa que tengas planeado.

—No hay nada que pueda arruinar —sonreí de lado—. Lo siente, sabe que si algo malo me sucede también será su condena.

—Un lazo puede romperse.

Lo sabía, cada lazo era diferente, el de nosotros es tan débil y flojo, como un hilo, cualquier movimiento en falso y entonces el lazo terminaría, podría ser doloroso, pero entonces ella seria libre. Cosa que no era conveniente.

Corona cruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora